Lunes negro para la democracia este 28 de mayo, tanto en Italia como en España. No resulta exagerado proferir la advertencia de que ambas democracias están en peligro.

En Italia, el tecnocrático presidente Sergio Mattarella ha decidido no hacer caso del gobierno propuesto por quien ha ganado las elecciones. Ha decidido que sea un técnico, un burócrata del FMI -como si los técnicos no tuvieran ideología- quien forme gobierno. Simplemente, a Sergio Mattarella no le gusta uno de los ministros propuestos por los ganadores, por ser un euroescéptico. Es decir, el presidente de la nación se ha cargado las elecciones. Si hubiera ganado un estalinista o un fascista podría interpretarse como una defensa de la libertad frente a la opresión. Pero porque hayan ganado unos euroescépticos…

España: se ha politizado la justicia pero, sobre todo, se ha judicializado la política

En España, el lunes trascurrió entre dos polémicas: el Consejo General del Poder Judicial, que preside un hombre que trabajó para el PP, Carlos Lesmes, justificaba el cambio del tribunal que juzgará la caja B del PP. Es decir, la salida de la causa de dos jueces progres de izquierda, José Ricardo de Prada y Julio de Diego, además de la insistencia de otro juez progre de izquierdas, José de la Mata -que trabajó en el Ministerio de Justicia del PSOE, al igual que su jefe, Carlos Lesmes en el del PP- por reabrir el caso que dejara cerrado su predecesor, Pablo Ruz, y que sitúa a Mariano Rajoy en el punto de mira como cobrador de dinero negro.

Ojo, existen sospechas de que así fue. No estamos hablando de mentiras sino de lo que parece una utilización espuria de la verdad. Llama la atención que los jueces progres de izquierda se obsesionen contra el PP y los jueces progres de derecha se obsesionen por defender al presidente pepero. Al parecer, es mera coincidencia que conociendo la ideología de un juez se puedan predecir sus sentencias antes de que las dicte y conociendo la tendencia ideológica del poder judicial se puedan predecir sus decisiones.

En Italia, el poder moderador del presidente de Mattarella impone un gobierno contra los ganadores de las elecciones

Ojo, aquí no se habla de prevaricación, aquí se habla de obsesiones judiciales pero lo cierto es que el problema de España no sólo es la politización de la justicia sino algo más grave: la judicialización de la política, más grave lo segundo que lo primero.  

En Italia ha ocurrido algo peor: el poder institucional del presidente de la República nombra gobierno por encima de la decisión de los ciudadanos, que han nombrado a quien no le gusta.

Y ojo porque uno de los ministros nominados era contrario al euro como si eso bastara para declararle enemigo público. Mattarella ha decidido nombrar a un tecnócrata del FMI. Como si los tecnócratas no tuvieran ideología. Un técnico en política es aquel que impone sus dogmas allá donde no puede haber dogmas: porque gobernar es pactar y optar.