El presidente del Gobierno pudo sentir la hostilidad de lo mejor del empresariado español: el Instituto de Empresa Familiar (IPF). En su Congreso celebrado en Valencia, Sánchez apenas fue aplaudido. Moncloa evitó que la prensa levantara acta notarial del ‘ridi’ presidencial impidiendo su entrada al cóctel, donde se forman los corrillos. De no ser así, los plumillas nos hubiéramos percatado de que el invitado se quedó solo. Tan solo, según me cuenta uno de los asistentes, Francisco Riberas, el presidente del IPF y de la proveedora de automoción Gestamp se preocupó; protocolo obliga, de que Sánchez, cuya chulería no le hace simpático, se sintiera como un huésped y no como “el visitante y la pesca, que a las tres horas apesta”.

Pero también el propietario de Gestamp le advirtió a Sánchez que ni en materia de deuda ni en materia de empleo la economía española está preparada para afrontar la nueva crisis que viene. Dicho de otra forma: no aumente usted el gasto público, porque lo público no es lo que es de todos, sino lo que la clase política nos arrebata a todos y gestiona a su conveniencia. Vamos, que a Gestamp y a muchos otros no le gustan los presupuestos del PSOE.

Crítica principal: será el sector privado, no el Estado, quien saque a España de la crisis. Así que nada de aumentar el gasto público

Al final, Pedro Sánchez, siempre altivo, siempre pendiente del efecto que provoca, siempre intentado evitar el ridículo, salió del Congreso con el rabo entre las piernas. No se lo perdonará.

Un fracaso de este calibre ante lo mejor de la empresa española… Bueno, sería lo mejor si no hubiera algo mejor: la familia-empresa, la microempresa familiar y los autónomos. Pero entiéndase: muchas de las grandes empresas familiares no cotizan en bolsa y, sin embargo, son graneros de puestos de trabajo de iniciación, de la comuna vertebral de la economía española. Por ejemplo, Mercadona, cuyo presidente Juan Roig, tampoco mostró un especial entusiasmo por la intervención de Sánchez, a pesar de que protagonizó la anécdota del Congreso: la situación política –no le gusta- “acojona”, pero la economía aguanta “a pesar de ello”. O sea, lo de Ronald Reagan y las ocho palabras más temidas por la gente sensata: “Soy del Gobierno y he venido para ayudar”.

Al fondo, lo de siempre: ¿el dinero público es de todos o es el dinero que nos arrebatan los políticos?

Por el contrario, el líder del PP, Pablo Casado triunfó al exponer su ‘programa’ económico: el Estado no debe ayudar a la empresa, basta con que no moleste.

Crítica principal y conclusión última del Congreso de IPF: será el sector privado, no le público, quien saque a España de la crisis. Así que nada de aumentar el gasto público, Señor Sánchez, tal y como venden los Presupuestos.

Al fondo, lo de siempre: ¿el dinero público es de todos o es el que se  apropian los políticos y gestionan mal y con la aviesa intención de ganar votos?

No lo duden, Sánchez no perdonar a la empresa familiar: no le aplaudieron.