Pedro Sánchez lanzaba la noticia nada más comenzar la entrevista, este jueves, en Los Desayunos de La 1, de TVE: llamará este mismo día a Pablo Iglesias para retomar las negociaciones. Horas después, el líder morado le ha reprochado su mala educación: “Si quiere reunirse lo razonable es que me llame, no que anuncie que me va a llamar”. Tiene toda la razón.

Según el presidente en funciones, “el método (de negociación con Podemos) no ha sido el adecuado porque se está hablando de puestos y no de contenidos”, ha señalado. Por cierto, Sánchez no ha desmentido que Iglesias le pidiera la vicepresidencia del gobierno. “No me gusta desvelar conversaciones privadas”, ha dicho. Pues alguien lo ha hecho y no parece que haya sido el líder de Unidas Podemos.

Además de anunciar que propondrá reformar el artículo 99 de la Constitución para evitar futuros bloqueos y que gobierne la lista más votada, Sánchez ha vuelto a apelar a la responsabilidad de Ciudadanos y PP para que se abstengan y faciliten su investidura. El presidente en funciones, que tras las elecciones de 2015 mantuvo su “no es no” a Rajoy, ha explicado que la actual situación es “distinta”: entonces, Rajoy perdió diputados y ahora él los ha ganado. Profundo.

Sánchez mantiene viva la opción de alianza PSOE-Ciudadanos, siguiendo las indicaciones del gran Iván Redondo. El asesor del líder socialista da un paso más: la abstención de Ciudadanos llevará a la abstención del PP. Efectivamente, con su “no”, Pablo Casado se convertiría en el líder la oposición, pero también lo es que Rivera, con su abstención, quedaría como el gran hombre de Estado que antepone la gobernabilidad de España a sus intereses partidistas.

En cualquier caso, Redondo lo tiene claro: pase lo que pase con Podemos, Sánchez no puede pactar con los separatistas. No le hará falta. Los independentistas catalanes ya han dicho que la mejor opción es un gobierno de Pedro Sánchez. No serán ellos los que se opongan a su investidura.