• La tecnológica, líder en la fabricación de microprocesadores, es consciente de que el mercado de los ordenadores va a menos y el de los móviles y tabletas, a más.
  • Paga lo que nunca había pagado hasta ahora para hacerse con Altera, líder de 'chips' programables. Lo intentó sin éxito hace un año.
  • La multinacional utilizará la combinación de los productos de las dos empresas para abrirse a nuevos mercados en la industria.
La multinacional americana Intel ha anunciado esta semana la compra Altera, líder en la fabricación de chips programables, por la friolera de 15.200 millones de euros. Mucho dinero, en efecto. La tecnológica no había pagado tanto por una empresa en su vida desde su fundación en 1968. Hasta el propio presidente de la tecnológica, Brian Krzanich (en la imagen), ha reconocido que la cifra es muy alta y que "tiene un poco de surrealismo". ¿La razón?: Intel une su liderazgo en la fabricación microprocesadores para los ordenadores, del que no quiere depender tanto porque es un mercado en declive y pone en juego sus cifras. Está claro que Krzanich no es tonto y que la pesada compra obedece a algo más que adquirir una compañía. Ya lo intentó hace meses sin éxito, aunque no ha cambiado el precio (54 euros por acción) en esta segunda. Y es que Altera tiene una especialidad que se adapta estupendamente a los planes de la multinacional para depender menos del mercado de los ordenadores personales. Es, desde ese punto de vista, otro paso en el mismo sentido desde que Krzanich tomó el mando en 2013. Altera es uno de los líderes mundiales -junto a la también californiana Xilinc- en la fabricación de dispositivos o chips programables, no convencionales (los FPGA por sus siglas en inglés), que utilizan las empresas en numerosos sectores de la industria. Y es ahí precisamente donde Intel busca la oportunidad para abrirse a nuevos mercados, combinando los procesadores de Intel con los chips de Altera. Esos dispositivos programables se adaptan a medida a los equipos de redes y aparatos inalámbricos con tareas específicas y ayudan a incrementar la memoria de los centros de datos, su velocidad, mejorar el software, acelerar los servidores, etc... Está claro, en cualquier caso, que algo tenía que hacer Intel, teniendo en cuenta que la demanda de sus microprocesadores, el núcleo de su negocio desde los años 80, ha experimentado un retroceso que ha seguido en paralelo a la pujanza en el mercado de otros productos como los teléfonos inteligentes o las tabletas. Reinventarse o palidecer. Necesitaba un impulso en ese campo (smartphones y tablet) en el que ya está con el impulso de Krzanich. La propia Intel reconoció en la presentación de sus resultados del primer trimestre que los ingresos en esa división habían caído un 8%. Con todo, la multinacional ganó un 3% más, hasta 1.800 millones de euros. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com