Es el rey de la tautología. Salvador Illa, ministro del Interior, acompañado por su mamporrero científico, Fernando Simón, volvía, el martes 13, a protagonizar una rueda de prensa amañada, donde se negaba la palabra a los medios poco dóciles que se atreven a discutir la postura oficial (muy pocos, la verdad).

Illa es un fracasado enloquecido. El ministro que ha provocado más muertos con el confinamiento el encierro… predica más encierros

Illa es el rey de la tautología, el que nunca discute, sólo impone, el que no valora, sólo constata -salvo que las constataciones ajenas no le gusten, claro está-. Salvador Illa, ministro de Sanidad, aseguraba aquello de que con “la salud pública no se negocia”. La verdad es que la salud pública no existe. Lo que existe es la salud privada de cada cual. Y esto es tan negociable como cualquier otra cosa. Nosotros mismos negociamos con ello cada día, en orden a nuestros miedos, nuestros intereses o nuestros deseos.

Illa es uno de esos personajes con cara de estar sintiéndolo mucho, un experto en no responder absolutamente a nada que no tenga previsto en forma de tópico. Ejemplo: “Adoptaremos las que decisiones que mejor protejan la salud”. Sí, ya nos imaginamos que no elegirán las decisiones peores, las que atenten contra la salud. El problema es saber si son las mejores.

La investigación española contra el covid… ni existe: que no hay que ocultarse del virus, que hay que matar al virus

No, es que nosotros “nos guiamos por criterios científicos” Oiga, ¿y si unos científicos aseguran que esto es bueno y otros que es malo”. ¡Ah!, entonces Illa se guía por el criterios científicos preponderantes. O sea, por los que le otorgan la razón justamente a él.  

En la edición del martes, Hispanidad reproducía una entrevista con el asesor principal para Europa de la OMD, David Nabarro, quien aseguraba lo evidente: que el confinamiento, encerrar a las personas, o sea, el liberticidio de Sanchez-Illa-Simón, el triunvirato que no combate el virus sino que huye él, no es sino el último recurso y algo de lo que no conviene abusar. Pero ese no es un criterio válido para Illa. Ni preponderante.

Salvador Illa, es un fracasado enloquecido. Es el ministro que ha provocado más españoles muertos con el confinamiento… pero que predica aún más encierros.

Las medidas de prevención reducen mucho más la libertad individual que la infección general

Así, mientras los españoles, y buena parte de Occidente, nos escondemos de un enemigo del que nadie se puede esconder, la investigación española contra el coronavirus… ni existe, haciendo buena la doctrina del sanchismo: ocultarse del virus en lugar de matar al virus.

Y no nos engañemos: las medidas de prevención reducen mucho más la libertad que la infección. Una actitud especialmente tonta frente a un virus que se ha mostrado mucho más contagioso que peligroso: hace más miedo que daño, aunque de ambos tienen para presumir.

Recuerden: una sociedad escondida y deprimida no puede sobrevivir. Para vivir permanentemente oculto mejor es infectarte.

Llevo 40 años de periodista y jamás había contemplado una España tan amedrentada, tan triste

Lo mismo da. Illa insiste en que corramos todos a ocultarnos debajo de las piedras. Y si no queremos hacerlo nos obliga a ello. Lo hicimos en marzo, a la fuerza, y cosechamos más muertes que ningún otro país comparable. Pero para el enloquecido ministro no cabe otra solución para “doblegar la curva”, Y lo realmente peligroso es que, créanme: los españoles le hacemos caso porque estamos muertos de miedo frente al virus. Llevo 40 años de periodista y jamás había contemplado una España tan amedrentada, tan triste. Y lo malo es que la descristianización -secularización, que le dicen- sufrida por el pueblo español ha cerrado la puerta a la confianza en la Providencia, que constituye la alternativa más ‘científica’, es decir la más segura. La gente no busca sabiduría en la ciencia, sólo protección.

En cualquier caso, para vivir escondido es mejor infectarte.

Ejemplo de todo lo anterior: contemplen la tristeza y el miedo -chulescos pero desesperados- con los que Pedro Sánchez se ha enfrentado al virus y compárenlo con la alegría vital y retadora con la que Donald Trump ha respondido a su infección real por covid.

Y si te mueres te mueres, campeón, que de algo tenemos que morir.