La fecundación asistida se ha convertido en el negocio genético del siglo XXI. Y aún peor, en negocio socialmente aceptado. Tiene mucho más margen que el aborto quirúrgico y supone una máquina de abortos selectivos disfrazados y/o de eliminación de embriones de la raza humana, esto último dentro del caos del diagnóstico pre-implantatorio.

Sin embargo, miren por dónde, para muchas personas, así como para la propaganda de las firmas multimillonarias dedicadas a esta salvajada, la FIV es vida. Lo cierto es que es muerte y cosificación del ser humano.

Y la FIV resulta tan romántica… el susodicho se hace una paja, hormónale a la susodicha como si fuera un vaca, agítese el producto de ambos en un tubo de vidrio e introduzca el contenido resultante ya le digo yo por dónde. Si se consiguen, pongamos por caso, cinco embarazos, es seguro que la ‘beneficiaria’ no querrá tener quintillizos, por lo que se procederá al aborto selectivo: nos cargamos a cuatro y dejamos al ‘elegido’.

La FIV resulta tan romántica… hazte una paja, hormónale como si fuera un vaca, agítese en tubo de vidrio e introduzca el contenido resultante ya le digo yo por dónde

De postre, a la clienta no se le introducen todos los embriones conseguidos en vitro, sino que se almacenan en neveras (crioconservación) por si lo vuelve a intentar… y vuelve a pasar por caja. Y así, tenemos decenas de miles de embriones humanos congelados en cualquier sección FIV de un hospital. ¿No es maravilloso?

Y cuando alguna clínica le venga con que ellos no hacen abortos, sino que seleccionan al embrión elegido por diagnóstico pre-implantacional (DPI), contéstele que aún peor, porque los embriones desechados en DPI no se pueden ni conservar. En definitiva, que no se les puede llamar abortos, dado que aún no se han introducido en el útero femenino pero supone lo mismo: eliminación de embriones humanos, de seres humanos pequeñitos… además de la cosificación repugnante de tres realidades egregias: el sexo, la procreación y la persona.

La FIV, cosificación repugnante de tres realidades egregias: el sexo, la procreación y la persona. Sin embargo, goza de buena prensa

Ahora bien, cuando el cinismo alcanza su cénit es cuando promotores de la FIV, violentamente forrados con esta barbaridad, se empeñan en publicitar que la FIV es vida.

Por tanto, lo mejor es acudir a las fuentes para que quede claro que la FIV es una barbaridad, una fábrica de eliminación de embriones humanos, y que, como tal barbaridad es condenada por cualquier instancia moral… por muy habitual que resulte y aunque se venda como vida, cuando es muerte. Podemos empezar con la muy laica, y anticristiana, Wikipedia. Pero entrando ya en lo que podríamos llamar magisterio de la Iglesia, directo, en vena, llegamos, cómo no, al Catecismo de Juan Pablo II (1992). Si hubiera que resumir ese magisterio (puntos 2377, 2378 y siguientes), puede hacerse así: tener hijos no es un derecho, es un don, un regalo.

Y segundo: tener un hijo no puede ser una “experiencia”. Si no puedes tener hijos, no fuerces la máquina a costa de destruir a otro, o a otros, de tus hijos.

La FIV no es vida: es un matadero de seres humanos inocentes e indefensos. Conviene repetirlo.