Es la tónica general del sector: reducir oficinas y plantilla para aumentar una rentabilidad herida de muerte por los tipos de interés negativos fijados por el BCE. La dirección de Ibercaja, que no es ajena a esta tendencia, y el comité de empresa, comenzarán a negociar un nuevo expediente de regulación de empleo (ERE) este miércoles 12.

La entidad aragonesa tenía prisa. Y es que, tras el ERE del 2017, no podía plantear otro expediente hasta enero de 2020. Entonces los afectados fueron 590 trabajadores y las oficinas que echaron el cierre, 140. El objetivo ahora es reducir la plantilla en un 10% (unos 500 empleados de los 5.120 que tiene Ibercaja, según El Heraldo), siempre mediante bajas incentivadas.

En cualquier caso, lo que vuelve a poner sobre la mesa este ERE, que Ibercaja espera aprobar antes de Semana Santa, es la situación de la banca española en general y de la banca mediana en particular. Hay que reducir costes y, para hacerlo, se puede optar por EREs o por las fusiones, y la consiguiente reducción de duplicidades. Ibercaja ha optado por seguir en solitario, de momento.