• Ni quiere abandonar Aragón.
  • Es decir, no quiere entrar en el proceso de fusiones bancarias.
  • Considera que la ley de Cajas de Guindos y la política del BCE favorecen a las cajas alemanas y castigan a las españolas.
  • Por de pronto, las cajas alemanas funcionan, con el rating propio, sino con el del lander correspondiente.
  • Es decir, tienen acceso a dinero más barato.
  • Y además no son inspeccionadas por el BCE.
Ibercaja lo tiene claro: no quiere dejar de ser caja -mejor dicho, banco con espíritu de caja- ni está dispuesta a abandonar Aragón. Y buenos son los maños para estas cosas. Es decir, Ibercaja quiere mantener el statu quo actual, ni más ni menos. Por eso, tampoco quiere ni oír hablar de fusiones, y mucho menos de las que persiguen Luis de Guindos (en la imagen) y el BCE, adelantadas el jueves por Hispanidad. No, la entidad aragonesa, la más fuerte de las medianas, no quiere fusionarse con el Sabadell, con Caixabank ni con el BBVA, lo que le llevaría inevitablemente a abandonar su sede central, algo totalmente fuera de lugar para el presidente, José Luis Aguirre (en la imagen), y para el consejero delegado, Víctor Iglesias. En este contexto, Ibercaja estudia acudir al Tribunal de Justicia de la Unión Europea porque considera que, tanto la ley Guindos como la política del BCE favorecen a las cajas alemanas y perjudica a las españolas. Por ejemplo, cuando las entidades germanas emiten deuda lo hacen con el rating del lander correspondiente -triple A-, mientras que las españolas lo hacen con el rating propio -triple B-. Es decir, se financian más barato sin ninguna razón objetiva que lo justifique. Además, las cajas alemanas, a diferencia de las españolas, escapan a la supervisón del BCE. No en vano, cuando se estableció el umbral para la supervisión del BCE, resultó que dos tercios de los bancos pequeños que no requerían la supervisión del BCE eran alemanes y austríacos. Qué casualidad. En el entretanto, Ibercaja continúa con su Plan Estratégico 2015-2017 y ha anunciado este viernes la venta de una cartera de 489 millones de euros de préstamos promotor, en su mayoría, dudosos. En definitiva, la demanda contra Guindos y contra el BCE está, de momento, en estudio pero -quién sabe- podría tomar cuerpo si las exigencias del supervisor y del ministro se hacen insoportables. Por ejemplo, con fusiones 'forzosas'. Pablo Ferrer pablo@hispanidad.com