En este verano, las huelgas se han sucedido en el sector del transporte, y aún no han terminado, pero pese a realizarse en días de gran afluencia de viajeros, no han tenido el impacto deseado por los sindicatos para que se tengan en cuenta sus reclamaciones. Parece que los elevados servicios mínimos, las recolocaciones y la informatización se han cargado el poder de los sindicatos.

Un ejemplo de esto ha sido la huelga de Renfe, que convocó CGT, un sindicato minoritario en el operador ferroviario, para cuatro días, tras la que CCOO hizo el 15 de julio. El Ministerio de Fomento, pese a estar en funciones, se cubrió bien las espaldas y decretó unos elevados servicios mínimos, que en varios servicios y estaciones llegaron a ser del 100%. CGT lo ha criticado: “Fomento y la mala praxis de la empresa han conseguido cercenar de manera importante el derecho constitucional y fundamental a la huelga”. A esto se une la programación de trenes para cinco minutos después de la finalización de la protesta.

El fallo informático en el control del tráfico aéreo en Francia canceló más vuelos que la huelga de TCP de Ryanair

En el caso de Ryanair, y dejando a un lado lo que le gusta la precarización laboral, los servicios mínimos han reducido el impacto de la huelga de tripulantes de cabina (TCP), pues se han cancelado muy pocos vuelos. Pero la aerolínea low cost también ha optado por recolocaciones de otras compañías para sustituir al personal que estaba en huelga y poder ofrecer su servicio. Así, ha minimizado el impacto de la protesta de los TCP en los primeros días, habrá que ver si lo consigue en los siguientes (había paros para un total de 10 días) y qué sucede con la huelga de pilotos (para los días 19, 20, 22, 27 y 29 de septiembre, coincidiendo en los últimos cuatro con la de los TCP).

El sindicato USO ha denunciado ante la Guardia Civil y la Inspección de Trabajo supuestos incumplimientos de la legislación sobre huelgas por parte de Ryanair al traer a personal no adscrito a los aeropuertos españoles para operar los vuelos. Pero lo cierto es que fue mucho más perjudicial el fallo informático en el control del tráfico aéreo en Francia que sus protestas.

La máquina se ha convertido en el gran enemigo de los sindicatos. A los clientes no les preocupa en exceso.