En Holanda ha entrado en vigor la ‘ley del burka’, como se la conoce de forma coloquial. Aunque, según informa El País, la nueva norma no prohíbe solo el uso del velo integral. Para no chocar con la libertad de culto y que una denuncia lleve al Gobierno ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, se rechaza asimismo el niqab (que deja los ojos libres), pasamontañas, cascos que tapen la cara y máscaras, en el transporte, escuelas y hospitales públicos, y en comisarías de policía.

La ley ha tardado casi 15 años en estar lista. Propuesta en 2005 por Geert Wilders, el líder antimusulmán, fue aprobada en 2016 por el Congreso. El Senado dio el visto bueno en 2018, y permite ir por la calle con burka, pero en cuanto una mujer tapada intente acceder a un edificio gubernamental, o bien pretenda tomar trenes, buses, metro o tranvías, empieza el problema, afirma este medio.

El Ministerio de Interior no admite excepciones, pero las instancias encargadas de velar por su aplicación han anunciado que no piensan colaborar de forma activa

Pedro Peters, presidente de la Asociación que reúne al transporte público holandés, ha advertido de que “no se puede parar el servicio y provocar retrasos cuando suba una persona con burka [o el resto de las prendas prohibidas]”. “Por otra parte, los revisores o conductores no tienen autoridad para intervenir, eso compete a la policía”, añade. De momento, las escuelas de Róterdam han anunciado que cumplirán la ley. La Universidad Erasmus, de la misma ciudad, tolerará el burka “por ahora”, añade El País.

El ministerio de Interior no admite excepciones, pero las instancias encargadas de velar por su aplicación han anunciado que no piensan colaborar de forma activa. Hasta la policía busca alternativas, como un cuarto donde una mujer velada pueda descubrirse en la intimidad ante una agente, añade la información de este medio.