El Indigenismo anti-hispano llega a los Estados Unidos… sin que el Gobierno español levante la más mínima voz de protesta o sencillamente se tome la molestia de desasnar a los gringos.

Así, el distrito de Columbia, con su capital federal, Washington, acaba de suprimir el Día de Colón, porque han caído en la cuenta de que don Cristóbal, el descubridor del continente, atención, “esclavizó, colonizó, mutiló y masacró a miles de pueblos indígenas en las Américas”.

Curiosa acusación de genocidio: no existe la raza anglo-india, pero sí la raza hispana

Lo de mutilar es nuevo en la Leyenda negra anti-española. No así las exageraciones, porque dudo que hubiera miles de pueblos en todo el continente americano, por lo que hay que reconocer que lo de "miles” suena a un genocidio de lo más aparente. Nada menos que miles de pueblos…

Y resulta muy curioso que esta calumnia la pongan en circulación los norteamericanos, un pueblo que comenzó siendo evangelizado por los católicos españoles y terminó, cuando nos expulsaron, colonizado por los puritanos anglosajones. Esto significó lo siguiente: mientras en la América hispana no hubo genocidio, y aún hoy, en muchos países, caso de México, los indios constituyen el 40 de la población americana, en Estados Unidos no llega al 1%.

Más importante: existe la raza hispana pero, sobre todo, existe la fe hispana y la lengua española

Al tiempo, el cantamañanas de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), presidente de México, vuelve a exigir a Madrid que pida perdón por la sangrienta conquista española. La primera vez que profirió esta gran estupidez, al menos, alguien, en el Gobierno socialista, se atrevió a levantar la voz en defensa de España, porque España también es su historia. Esta vez, ninguno.

Y en pleno proceso electoral, tampoco la derecha reacciona ante los insultos llegados de EEUU y México. Ni el Rey de España, aprovechando la Fiesta Nacional, Día de la Hispanidad, se atreve a levantar la voz para defender lo que sus ancestros pusieron en marcha y, en suma, porque una clase política acomplejada e ignorante como la nuestra, no conoce la historia de España y, si la conoce, la manipula, víctima de sus prejuicios. La Hispanidad, una de nuestras glorias nacionales –que acabamos de celebrar el 11 de octubre- queda escondida en un desfile militar, cuyo quehacer primero consiste en adivinar por dónde pueden salir los separatistas catalanes cuando conozcan la sentencia del ‘procés’.

En América como en Europa, el catolicismo llegó hasta allí donde llegaron los misioneros españoles

Pues bien, la Hispanidad constituye nuestra gran gloria nacional porque, recordando a Ramiro de Maeztu,  asesinado por los republicanos y arrojado a una fosa común, “le hemos llamado ‘Fiesta de la Raza’ a pesar de la obvia impropiedad de la palabra. Nosotros, que nunca sentimos el orgullo del color de la piel, precisamente para proclamar ante el mundo que la raza, para nosotros, está constituida por el habla y la fe, que son espíritu, y no por las oscuridades protoplásmicas”.

Los españoles vivimos hoy recogidos sobre nosotros mismos, mirándonos el ombligo, buscando argumentos contra el separatismo catalán. Nuestros ancestros, empezando por aquella reina formidable de España, Isabel I, vivían pendientes de la gran obra de España en Iberoamérica y de la defensa de los indios. Por eso no se enfrentaba a problemas separatistas. Tenía cosas más importantes que hacer. Por ejemplo, evangelizar un continente para Cristo.

Y recuerden: en América como en Europa, el catolicismo llegó hasta allí donde llegaron los misioneros españoles.