El sacrificio humano como ofrenda para los dioses era una tradición de los habitantes prehispánicos de México, que terminaba en el desollamiento de los sacrificados. Los arqueólogos han confirmado la existencia de este ritual con el hallazgo de un templo al dios Xipe Tótec, conocido como “nuestro señor desollado”, en la zona arqueológica de Ndachjian-Tehuacán, al sur del Estado de Puebla (centro de México). La región fue habitada por los popolocas, descendientes de los olmecas, en el periodo posclásico y hasta unos años antes de la conquista española. Los investigadores habían documentado anteriormente el culto a esta deidad, pero esta es la primera vez que encuentran un edificio para honrarlo, informa El País.

En el primer altar se sacrificaba a los cautivos mediante combates gladiatorios o flechamientos; y en el segundo se hacía el desollamiento para glorificar a Xipe Tótec

El ritual de desollamiento se celebraba en la fiesta de Tlacaxipehualiztli ––que en náhuatl significa “ponerse la piel del desollado”–– en la que los prisioneros de guerra eran sacrificados. “Se efectuaba comúnmente en dos altares circulares: en el primero se sacrificaba a los cautivos mediante combates gladiatorios o flechamientos; y en el segundo se hacía el desollamiento para glorificar a Xipe Tótec, un proceso en el que los sacerdotes se ataviaban con la piel del individuo, la cual depositaban ulteriormente en pequeños hoyos hechos en las explanadas, frente a los altares”, explica el INAH.

Los españoles, con todos los defectos de toda conquista, llevaron el cristianismo y una civilización que contribuyeron a acabar con semejantes barbaridades

Cabe recordar, por tanto, lo que ya explicó Mel Gibson en su película 'Apocalypto': que los indios prehispánicos no eran precisamente hermanas de la caridad. Y que los españoles, con todos los defectos de toda conquista, llevaron el cristianismo y una civilización que contribuyeron a acabar con semejantes barbaridades.  

Pero da igual, todo esto se ignorará en virtud de la leyenda negra, donde los verdaderamente salvajes fueron los españoles…