Las bases del PP han colocado a Soraya Sáenz de Santamaría y a Pablo Casado como los aspirantes a suceder a Mariano Rajoy. De los tres titanes que se medían en este primer ejercicio de democracia interna a nivel nacional, María Dolores de Cospedal ha caído, pero sigue siendo una pieza principal de un proceso que acabará los próximos 20 y 21 de julio en el Congreso Extraordinario. Santamaría y Casado han ganado, pero ella tiene el poder de decidir cual de los dos coge las riendas del PP, informa RTVE.

Casado lo sabe y, nada más pasar el corte de las primarias, dejó claro que iba "hasta el final" y que buscaría el apoyo de quien ha sido su jefa los últimos tres años. Ambos, Cospedal como secretaria general y Casado como vicesecretario de Comunicación, han formado parte de la última cúpula del partido, en la que no ha estado una Sáenz de Santamaría que puede entrar de nuevo en Génova, esta vez como número uno.

La exvicepresidenta también es conocedora de que Cospedal, aunque ha sido la gran derrotada en la jornada, mantiene poder en muchas federaciones y los votos de sus compromisarios pueden ir a Casado, que ve ahí un granero de apoyos para la contienda final, en manos de 3.184 compromisarios. De ahí que anunciara que buscará con todas sus fuerzas la candidatura de "unidad e integración" para sumar a Casado y no tener que medirse con él.

Ambos aspirantes miran a Cospedal que puede inclinar la balanza y que, aunque dejó claro este jueves que no quiere cargos y dejó su futuro en el aire, reclama que los suyos no se queden fuera del nuevo PP.

Santamaría, la vencedora de la noche electoral ‘popular', optará por la vía de la integración para que en el cónclave no haya dos posibles líderes, con dos equipos y dos proyectos, sino uno solo comandado por ella y con Casado dentro aunque no ha especificado si le ofrecerá directamente el puesto de número dos.

En definitiva, Santamaría busca firmar la paz, antes de la batalla final, y Casado quiere ir a la guerra porque dice que las reglas del proceso son muy claras y marcan claramente una votación a doble vuelta.