• El sobrino de Ramón Areces denunció a El Corte Inglés por espionaje de su móvil y mobbing.
  • La decisión judicial tiene enjundia porque ahora el fiscal seguirá adelante con el peritaje.
  • Dos instrumentos parásitos se habían colado en el teléfono de Óscar Areces: servidores norteamericanos pero ¿monitorizados desde Madrid?
  • En el punto de mira, el poderoso jefe de Seguridad de los grandes almacenes, el ex policía Juan Carlos Fernández Cernuda.
  • Otro frente: por ahora Carlota Areces (Ceslar), expulsada del Consejo, pierde la batalla del retorno, pero prepara otra demanda más consistente.

Está claro que la guerra civil en El Corte Inglés no cesa. En Hispanidad ya hemos explicado que la familia Areces se ha roto y, con ella, la empresa. Uno de los capítulos de esta ruptura fue la persecución -presunta persecución, naturalmente- de la que ha sido objeto Óscar Areces, sobrino directo de Ramón Areces, y que ha terminado en los tribunales. Se le sometió a mobbing y, muy presuntamente, se le pinchó el teléfono. Areces se fue a los tribunales y el juzgado de instrucción no quiso seguir una causa tan compleja, pero ahora la ha reabierto la Audiencia Provincial de Madrid. El asunto tiene su enjundia por cuanto de esta forma se reactiva el peritaje que descubrió dos parásitos (dos titulares no invitados) en el móvil de Óscar Areces, antiguo directivo de la casa y dueño, con sus hermanas, de Ceslar. Es decir, del 9% del capital de El Corte Inglés. Areces siempre ha sospechado del poderoso y temido jefe de Seguridad de El Corte Inglés, Juan Carlos Fernández Cernuda, y la investigación tecnológica trata de demostrar que esos dos parásitos (en California y Massachussets) no eran sino servidores ciegos monitorizados desde la madrileña calle Hermosilla, sede central de El Corte Inglés. Y, naturalmente, si el caso continúa -y ya se ve que continúa- se agrandará, no sólo la guerra civil en los grandes almacenes, sino también el mayor problema que afronta El Corte Inglés y del que depende su futuro: la caída en picado de su reputación corporativa, antaño inmaculada. Por cierto, en breves trazos podríamos decir que hay tres frentes en esta guerra: entre las familias Areces y Álvarez, entre Florencio Lasaga, presidente de la Fundación Areces y Dimas Gimeno, presidente de El Corte Inglés y su antes valedor y ahora protegido, el consejero Juan Hermoso y, de postre, entre Lasaga y las hijas adoptivas de Isidoro  Álvarez, Marta y Cristina Guil, contra el presidente Dimas Gimeno, quien, a su vez, se lanza con Ceslar. Tenemos de todo. Conclusión: en veinte días toda la plana mayor de El Corte Inglés, consejeros y directivos, deberán pasar por el tribunal para declarar en el caso de mobbing y espionaje (todo presunto) contra el ex directivo y actual propietario de la empresa, Óscar Areces. Por otra parte, Ceslar, la empresa patrimonial de los cinco hermanos Areces, ha perdido una primera batalla. Recordemos: Carlota Areces fue expulsada del Consejo por oponerse a la operación del jeque de Qatar (una operación espléndida para el jeque y ruinosa para El Corte Inglés, pan para hoy y hambre para mañana). Pues bien, los Areces han perdido aquí la primera batalla, pero, ojo, preparan una demanda mucho más consistente. A fin de cuentas, no todos los días se expulsa de un consejo al propietario del 9% de una compañía. Eulogio López eulogio@hispanidad.com