El Ceo de la Vanguardia, Carlos Godó Valls, hijo de Javier Godó Muntañola, lleva demasiados años intentando entrar en Madrid. De hecho, hace 15 años que ejerce como consejero delegado del Grupo Godó y está cada vez más harto de una Barcelona que empieza a parecerle provinciana y sobre la que alberga la misma convicción que tantos otros catalanes: que el independentismo le ha hecho perder peso en el conjunto de la economía española.

Permutar el 20% de Prisa Radio por el 10% de la matriz exige aportar mucho dinero. Al conde le gusta invertir para ingresar, no para sanear

Tampoco es casualidad que Pere Guardiola, ejecutivo clave de La Vanguardia, más afín al hijo que al padre ya opere desde Madrid.

Y entonces viene la noticia. Prisa Radio, donde se integran las emisoras de Radio del Grupo, es un 80% PRISA y un 20% La Vanguardia. Pues bien, Carlos Godó pretende -y su padre no lo ve claro- hacerse con un 10% de Prisa y convertirse en uno de los socios de referencia de la compañía, donde ya figura Vivendi con similar porcentaje… y con buenas relaciones con los Godó.

En definitiva, que los Godó pretenden hacerse con Prisa. Insisto, más Carlos que su padre Javier. Claro, resulta que el 20% de Prisa Radio no vale el 10% de la matriz Prisa… ni empleando a Emilio Saracho y todo su equipo de JP Morgan para hacer la valoración. Y eso es lo que al padre no le gusta: que el grupo de La Vanguardia, Mundo Deportivo, Canal 8 TV y RAC1 tendría que aportar dinero fresco. Pero Moncloa no pondría pegas a la operación: Los Godó son ideológicamente acomodaticios, tanto a la monarquía borbónica como a la III República.

A Carlos Godó le aburre una Barcelona que considera cada vez más provinciana y a la que el independentismo le ha hecho perder peso

Además, recuerden que el actual máximo accionista -ese del que nadie sabe quién está detrás-, con un 29,9%, es una tal Amber Capital, capitaneado por el misteriosísimo, y un pelín hortera, actual presidente de Prisa, Joseph Oughourlian.

Ahora bien, lo más llamativo de todo este asunto no es la batalla comercial sino la ideológica y lo que ésta conlleva. Porque claro, la Vanguardia siempre ha representado ese conservadurismo -a fuer de librecambista- propio de la burguesía catalana. Enfrente tendrá a El Periódico, el diario del socialismo catalán. ¿Y ahora resulta que los Godó van a controlar El País y la SER?

Pues a lo mejor. Verán: el grupo La Vanguardia ya practica en sus medios el ‘pluralismo interno’, popularmente conocido como esquizofrenia… y aún más popularmente reconocido como ponerle una vela a Dios y otra al Diablo.

No se piensa para divagar, se piensa para concluir y para actuar

Porque claro, que los Godó pasen a controlar el grupo progre del cristófobo socialismo español, y que -¡atención- Moncloa aplauda la situación, no es más que otra demostración de una España que se divide entre progres de izquierda y progres de derecha y de que el periodismo español entró en crisis de pensamiento -la más grave de todas las crisis- cuando aceptó el pluralismo interno en el seno de un mismo grupo, es decir, cuando aceptó la esquizofrenia. Hoy estamos llenos de grupos periodísticos esquizofrénicos en un país de paranoicos. Por ejemplo, el grupo Planeta, que posee la televisión ‘familiar’ Antena 3 y la televisión ultraprogre: La Sexta, bautizada por Esperanza Aguirre -a cada uno lo suyo- como ‘La Secta’.

Quizás convenga recordar que el pluralismo deseable es el pluralismo externo: que haya periódicos, radios y TV de todos los colores pero cada uno de ellos coherente con sus propios principios y en contraste -confrontación, como se dice ahora- con los demás, defensores de otras ideas.  

Ahora bien, pensar una cosa hoy y otra mañana no es pluralismo, es no pensar en modo alguno. No se piensa para divagar, se piensa para concluir y para actuar.

Lo otro es esquizofrenia… paranoide.