Lo decíamos ayer: Pedro Sánchez ha superado el principio de contradicción que los griegos dejaran establecido como una de las raíces de la civilización occidental. Y así, como si se tratara del Deng Xiaoping español, Pedro Sánchez apunta hacia el principio chino de “un país, dos sistemas”: capitalismo y comunismo, todo en el mismo lote.

Ejemplo: Sánchez ha nombrado ministro de la Seguridad Social a José Luis Escrivá, el hombre que cuando estaba en la otra trinchera aludía a la inviabilidad del sistema público de pensiones -vamos, que esta técnicamente quebrado-, pedía que se retrasara la edad de jubilación y que se revisara el sistema de cálculo de la jubilación. Para entendernos, bajar las pensiones.

Y al tiempo, Nadia Calviño, ortodoxa con el déficit, llevará el motor económico, y una globalista como Arancha González Laya, nada menos que de la OMC, instrumento preclaro del capitalismo, se queda con la diplomacia española.

Pero Podemos ya piensa en el aborto obligatorio en la sanidad pública, en la eutanasia y en eliminar la educación católica. Bueno, y en el bienestar de los gatitos

Al mismo tiempo, los chicos de Podemos se dedican a gastar en cosas tan apasionantes como introducir el aborto obligatorio en la sanidad pública cargándose la objeción de conciencia de los médicos, introducir la eutanasia u otras medidas progres como laminar la educación católica -lo que queda de ella- o de una nueva desamortización. Bueno, y la ley sobre bienestar animal: eso es fundamental. El nuevo Gobierno es muy sensible.

Y lo uno no es incompatible con lo otro’ que vá, es el progresismo capitalista. Un país, dos sistemas. Una cabeza, dos idearios. Bueno eso no, que corre el peligro de que alguno caiga en la cuenta de que estamos hablando de esquizofrenia.  

Además, tanto el progresismo como el capitalismo tienen un mismo contario: el cristianismo.

Sánchez es progre-capitalismo que es perfectamente compatible. La caricatura es esta: aborto libre y gratuito y, a partir de ahí ya podemos forrarnos de dinero.

Progre-capitalismo, sanchismo.