Nadia Calviño se está volviendo imposible. Que responda de mala gana a las preguntas de los periodistas es una cuestión menor, que no responda me molesta algo más. ¿Para qué convoca una rueda de prensa si no responde a nada de lo que se le pregunta? Durante la rueda de prensa de mediodía del lunes la vicepresidenta puso mala cara a las alusiones sobre su enfrentamiento con Pablo Iglesias (¿Acaso no es cierto?) y no respondió, tampoco, a la cuestión del posible cierre de los mercados bursátiles, ni a la previsión de las agencias de riesgo sobre la bajada del PIB español…

Calviño tampoco explicó cuál va a ser la política económica para cuando pase la emergencia sanitaria, ni qué parte de los créditos de 100.000 millones de euros que promete el Estado serán avalados por el sector público.

Calviño mantendrá los gravámenes más nocivos para el empleo -por ejemplo, las cuotas- y disparará las tasas. Vamos a pagar tasas, o impuestos finalistas, hasta por salir de paseo

Y a continuación, Juan Cruz, el pope de Prisa, nuevo fichaje de RTVE para sus mariachis de tertulianos progres, aseguró en RTVE que se había tratado de una rueda de prensa llena de información (¡¡¡…!!!). 

Son estos medios, los mismos que solicitan -esta vez al ministro de Sanidad, Salvador Illa, coordinador frente al Coronavirus, medidas aún más liberticidas contra la epidemia… bueno, no hay mucho que hacer.

Vivimos en este escenario: ni transparencia por parte del Gobierno ni moderación por parte de una sociedad dominada por el miedo. Nosotros, los periodistas, al parecer, también.

No es de extrañar que a la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño cada día le gusten menos las ruedas de prensa: tiene mucho que ocultar

Transparencia ante la crisis no es meternos el miedo en el cuerpo ante la pandemia ni advertirnos que se va a alargar el confinamiento. Eso es otra cosa.

La única ‘novedad’ que aportó la vicepresidenta fue la de que “nadie se va a quedar atrás”. Salvo las clases medias, supongo, a las que se va a freír impuestos, mientras se desanima a los emprendedores que arriesgan y crean empleo.

En Moncloa aseguran que ahora no es el momento para hablar de ello, pero lo cierto es que lo que calla Calviño es que en cuanto pare la emergencia sanitaria, habrá que subir los impuestos… aún más de lo previsto. Es decir, no es lo de Pablo Iglesias, un personaje convencido de que los problemas económicos se arreglan dándole a la máquina de hacer dinero, actividad tremendamente progresista.  

En cualquier caso, Sánchez ha abordado la crisis disparando el gasto y, sobre todo, la deuda pública. Esa deuda, aunque Iglesias -Premio Nobel de Economía-  lo ignore, habrá que pagarla. Y como, encima, el Gobierno es progresista, o sea cazavotos, y se niega reducir el Estado del Bienestar, la única solución es subir impuestos.

Y como tampoco tiene margen para subir los impuestos generales, mantendrá los más nocivos para el empleo -por ejemplo, las cuotas- y disparará las tasas. Vamos a pagar tasas, o impuestos finalistas, hasta por salir de paseo.

Calviño se niega a concretar cuánto avalará el Estado en la línea de los 100.000 millones de euros en créditos

Resumiendo: más impuestos y más paro.

No me extraña que a Calviño le molesten los periodistas: tiene mucho que ocultar.