La vicepresidenta Teresa Ribera, tan callada ahora, con el coronavirus, no pierde ripio: a pesar de la pandemia, Ribera insiste en una batería de impuestos verdes, desde su firme convencimiento de que, al conjuro de su esencia ecológica, no se elevará protesta alguna.

Y así, parecía que doña Teresa se había olvidado de los plásticos. Pero no. Vuelve a insistir en la puesta en marcha de un impuesto especial sobre el plástico, material, que para el mundo verde, representa un mantra ahora mismo aún más poderoso incluso que la energía nuclear, no digamos nada que el diésel. El plástico vende casi tanto como la energía nuclear, ambos malísimos para la salud del pobre planeta Tierra, ya desahuciado y la vicepresidenta Ribera quiere una tasa especial para los plásticos porque quien contamine paga, oh sí.

Para cuando acabe el coronavirus, claro, porque antes resultaría ofensivo hablar de dinero cuando los ancianos mueren en nuestros asilos, y los socialistas son gente sensible.

El problema es que el plástico es contaminante si algún antihigiénico lo echa al mar. De la misma forma, si se derrama el contenido de un reactor nuclear el asunto no resulta agradable pero en el entretanto, la energía nuclear es la más intensiva, la más barata y la que menos contamina.

Sánchez necesita a Iglesias para mantener el orden público... porque nadie como Podemos para romperlo. Desde el poder, Podemos no crea el desorden, sólo el caos

Pues bien, el plástico es el material ligero capaz de sustituir a otros, como los metales, mucho más pesados y que, por tanto, necesitan mucha más energía, es decir, que contaminan más.

En la industria de la automoción esto es muy claro: cuanto más plástico tenga un coche menos energía se necesita para moverlo.

Pero es igual, con los fieles de la religión verde, los tópicos superan a los argumentos: lo nuclear o el diésel son pérfidas energía contaminantes -el diésel contamina incluso menos que la gasolina- que hay que eliminar cueste lo que cueste. Y suele costar mucho.     

Y no es la única batalla que libra la vicepresidenta Nadia Calviño, vicepresidenta tercera cuando el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias pide una moratoria en el pago de los alquileres. Con toda razón, Calviño ha respondido que tras el impago de un alquiler no hay un banco sino el arrendador, que es otro ciudadano… y que tampoco está como para que le roben.

El problema es que Ribera es la vicepresidenta cuarta y Calviño la tercera, pero el vicepresidente segundo es Pablo Iglesias y Sánchez, que ha convertido España en una cárcel, necesita a Iglesias para que no surja la protesta social.

Porque en Economía no ganan para sustos tras decretar el Estado de Alarma, pero Sánchez está convencido de que, si lo hubiese promulgado la derecha, Podemos no habría hecho el menor caso de los confinamientos y hubiera llamado a ocupar las calles contra el Estado fascista. Dicho de otra forma, Sánchez necesita a Iglesias para mantener el orden público... porque nadie como Podemos para romperlo. Desde el poder, Podemos no crea el desorden, sólo el caos.

Calviño no tiene otro apoyo que el del presidente… que necesita a la vicepresidenta económica ante Europa. Pero a lo mejor el tiempo de la UE está pasando

Nadia Calviño no tiene otro apoyo que el del presidente… que necesita a la vicepresidenta económica ante Europa. Pero a lo peor el tiempo de la UE está pasando.