Trans Adriatic Pipeline (TAP) ha entrado en operación comercial, lo que supone una muy buena noticia en el ámbito energético europeo. Y es que este gasoducto sirve para reforzar la seguridad de suministro de gas natural en Europa, diversificando las fuentes desde las que recibe esta energía, algo positivo en caso de que hubiera problemas con Rusia, el principal suministrador (aporta el 40%). Tras este país, se sitúan como suministradores Noruega (25%) y Argelia (12%).

Enagás posee el 16% de este gasoducto de 878 kilómetros que recorre Grecia, Albania, el mar Adriático e Italia. TAP forma parte del gasoducto Southern Gas Corridor (3.500 kilómetros), que transporta gas natural desde Azerbaiyán a Europa, en concreto desde el gran yacimiento de Shah Deniz. El resto de socios de la gestora del sistema gasista español y transportista de gas en TAP son: la petrolera británica BP (20%), la estatal energética y petroquímica de Azerbaiyán -SOCAR- (20%), la empresa italiana de infraestructuras energéticas Snam (20%), la operadora de sistemas de transmisión de gas natural Fluxys (19%) y la eléctrica suiza Axpo (5%). La inversión en TAP ha sido de 3.900 millones y se conecta con el gasoducto Transanatolio (TANAP) ubicado entre Grecia y Turquía, y que también forma parte de Southern Gas Corridor (el cual tiene un tercer tramo -South Caucasus Pipeline (SCP)- entre Georgia y Azerbaiyán). 

TAP permitirá la entrada de 10.000 millones de metros cúbicos de gas al año (10 bcm/a) a diferentes mercados europeos y tiene potencial para duplicar su capacidad a 20.000 millones (20 bcm/a). “TAP permite una doble función: por una parte, como ruta energética nueva, fiable y sostenible, y por otra parte, como fuente para el suministro de gas natural a millones de usuarios finales en Europa durante las próximas décadas”, ha señalado Luca Schieppati, director general de TAP. “El Southern Gas Corridor es un proyecto pionero de transporte de gas natural desde Azerbaiyán a Europa”, ha destacado Murad Heydarov, presidente del Consejo de Administración de TAP, y “apoya los objetivos de Unión Europea dirigidos a conseguir un mercado energético integrado y un mix energético sostenible, seguro y diversificado, lo que contribuye a la transición hacia energías más limpias”. Y es que con el adiós al carbón, el gas, que tiene una emisión menor de CO2, tendrá un papel clave en la transición energética, hasta 2050.