Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, le ha pedido a su amigo Juan Pablo Lázaro que se aparte de la patronal. Como saben, este último es el vicepresidente de la misma y también preside la patronal madrileña, CEIM.

Recuerden que Lázaro fue el gran opositor de Juan Rosell cuando este presidía la CEOE y apoyó a Garamendi para que lograra ser su sustituto en la patronal. Ahora Garamendi habría optado por pedirle que se aparte porque Lázaro arrastra la losa de la investigada financiación de CEIM. Aunque la versión oficial es que tras cuatro años en el cargo, la compañía de Lázaro, Sending Transporte Urgente, “fuertemente internacionalizada”, le impedía dedicarle a la patronal “el tiempo que necesita”.

Lázaro se convirtió en presidente de la patronal madrileña tras la dimisión de Arturo Fernández (quien también presidía la Cámara de Comercio de Madrid) al ser imputado por el ‘caso de las tarjetas black’ de Caja Madrid. Primero de forma interina al ser elegido por la Junta directiva y más de un año después (en febrero de 2016) de forma oficial en unas elecciones.

Fernández ha sido condenado en firme a seis meses menos un día de cárcel por el ‘caso de las tarjetas black’, pero no es su único lío judicial:

  • Como exconsejero de Bankia (silla que ocupaba a propuesta de la patronal), también ha sido imputado por la salida a bolsa de la entidad y ha tenido que declarar ante el jueza Ángeles Murillo en la Audiencia Nacional el pasado marzo.
  • Se ha investigado la financiación de CEIM a campañas del PP de Madrid (por ejemplo, la de Esperanza Aguirre en 2007) a través de Fundescam (fundación vinculada al citado partido).
  • ‘Caso Aneri’: se investigó el uso de fondos públicos de cursos de formación como supuesta financiación ilegal. En este asunto, Fernández pasó la pelota también a otros directivos de CEIM y la Cámara de Comercio de Madrid.
  • ‘Caso Púnica’: Fernández también se ha visto salpicado en esta trama de financiación ilegal sobre la caja B del PP madrileño.

Parece que muchos de estos temas suponen un problema para la CEOE, que no quiere ver manchada su imagen.