Sánchez Galán ha llegado a Nueva York, que celebra la Semana del Clima, como lo hizo García Lorca para escribir de poesía, encendido, como un apóstol verde. “Tenemos la obligación moral de parar el cambio climático y de actuar ya”, ha aseverado durante su intervención -con tono de cruzada- en la UN Global Compact 2018, en la sede de las Naciones Unidas, con llamamiento incluido a los gobiernos, empresas y sociedades para “pasar de las palabras a los hechos”, en contra del calentamiento global.

Paradójicamente, Galán ha recalcado que esa lucha “crea oportunidades de negocio”, con la referencia obligada a la propia Iberdrola. La eléctrica, ha dicho, lleva 20 años alineada con esa estrategia, con “inversiones de más de 100.000 millones de dólares en energías renovables, redes inteligentes y almacenamiento eficiente (centrales hidroeléctricas de bombeo”.

En paralelo, ha anunciado una inversión de 12.000 millones de euros en EEUU para alcanzar una potencia de 10.000 megavatios en renovables en ese país (casi un 50% más respecto a 6.500 Mw que produce ahora con su filial Avangrid).

Iberdrola invertirá 8.000 millones anuales en renovables, redes inteligentes y almacenamiento eficiente

Galán, sin embargo, no ha detallado el ritmo de esa inversión, que supone más de un tercio de los 32.000 millones previstos en el plan estratégico 2018-2022, volcado en las renovables y el negocio regulado. Estados Unidos, como Brasil, son países claves en esa senda.

Galán, por tanto, no da puntada sin hilo. La eléctrica es líder en eólica, a la que ha añadido su especialidad en eólica marina. Pero esa energía da de sí lo que da porque depende del viento y no siempre sopla al gusto de las eléctricas.

Eso quiere decir que hay un umbral entre capacidad y rentabilidad, según el país y en función de las condiciones climáticas. Llega un momento, dicho de otro modo, en que se rompe la ecuación entre más molinillos y más beneficio.

Galán lo sabe, aunque engloba a todas las renovables bajo el mismo paraguas, siempre interesado. Lo ha hecho, por ejemplo, al lanzar un guiño al actual Gobierno, al criticar al anterior por haber paralizado las renovables -los roces con Álvaro Nadal estaban a la vista-, que es una de las razones del alto precio de la luz.

Galán, experto en eólica, mete en el mismo saco todas las renovables, cuando ni él mismo cree por igual en todas

Pero Galán, experto en eólica, mete en el mismo saco todas las renovables, cuando ni él mismo cree por igual en todas. A la energía solar, por ejemplo, le ha sacado todos los colores. Nunca ha creído en ella y la ha considerado como un mero producto financiero (recuperar la invesión con deuda, a costa de subvenciones públicas). Es más, ha cargado contra ella por el nicho de subvenciones del pasado. O lo que es lo mismo, un chollo para Abengoa, en su día, ACS o Acciona.

Ahora está en otra onda, comprometido contra el calentamiento global y “seguirá por esta senda en un futuro”, con inversiones de 8.000 millones de dólares anuales en energías renovables, redes inteligentes y almacenamiento eficiente. Su objetivo se viste con traje global para “lograr en 2030 una reducción del 50% de su intensidad de emisiones de CO2 sobre los niveles de 2007 y ser neutra en carbono en 2050”.