No lo digo yo, lo dice el Vaticano I (sí, les aseguro que existió un Concilio Vaticano I), que dedicó buena parte de sus conclusiones, de obligado cumplimiento, al primado del Papa sobre la Iglesia universal. Y su enseñanza ha sido ratificada una y otra vez por la Iglesia. La última, con Juan Pablo II en Pastor Aeternus (cap. I). Ojo al dato: “Enseñamos, pues, y declaramos, que según los testimonios del Evangelio, el primado de jurisdicción (el mandamás, para entendernos, el baranda en jefe) sobre la Iglesia Universal de Dios fue prometido y conferido inmediata y directamente al bienaventurado Pedro por Cristo Nuestro Señor”.

Vamos que, como diría un castizo, el PUB (puto amo de la barraca) en todo el orbe católico es el Obispo de Roma. Sin contrapeso y sin contrapoder alguno. Una verdadera dictadura vitalicia, ¡oh sí!

Que Francisco sea un buen Papa no obliga a que nos caiga simpático. No forma parte de sus deberes ni el amor puede confundirse con la simpatía

Vamos, que en la Iglesia Católica (escasísimamente democrática, para fortuna de todos) manda uno y sólo uno: el Papa, ahora mismo, un tal Jorge Bergoglio. Ni los obispos, ni los curas, ni los teólogos, ni los laicos, mandan un colín.

Si lo prefieren, mandan, apenas una adarme, los obispos (que no los cardenales), pero sólo si no discrepan del Papa. Convendrán conmigo en que eso da para poco.

Ahora imaginemos que llega el Antipapa, el Papa negro, o como quieran ustedes llamarlo. ¿Habría que obedecerle? En materia de fe sí, porque Cristo nos ha asegurado que, en materia de fe, el Papa nunca nos fallará. Ejemplo: el Antipapa podría prohibir las eucaristías como paso previo a su sustitución por la mismísima adoración de la Bestia, en los propios templos. Sí. Ahora bien, ¿el Antipapa podría negar la transustanciación eucarística, que el pan y el vino se convierten realmente en el cuerpo y sangre de Cristo? No, nunca.

En la Iglesia Católica manda uno y sólo uno: el Papa, en la actualidad, un tal Jorge Bergoglio. La situación actual es crítica. Por eso, ahora más que nunca, nuestro superior es Francisco

Otra cosa es que los ‘malos’ llamen a Iván Redondo para propagar que el Vaticano ha negado, por primera vez, el dogma de la transustanciación, no directamente, claro, sino a través de por ejemplo, a pasar a considerarlo un símbolo, muy serio y muy sacro, naturalmente, del cuerpo de Cristo, pero símbolo a fin de cuentas. Y la negativa debería llegar por ejemplo, de la autorizada voz del Nuncio en Sebastopol. Por ejemplo, aunque no soy quien para darle ideas al genial Redondo.

Pero el Papa jamás negará el dogma. En román paladino, jamás negará el Credo. Aunque fuera el mismísimo Antipapa… que Francisco no lo es. Francisco es un verdadero Papa… en opinión de este que les habla… ligeramente secuestrado en el Vaticano y el Pontífice al que más se tergiversa. Además, queda poco tiempo para que el NOM se convenza de que no puede proseguir retorciendo las palabras y hechos, sobre todo los hechos, de Francisco en su beneficio.

Sigamos: que Francisco sea un Papa verdadero, y bueno, ¿significa que me caiga simpático, que le votaría en las próximas elecciones o que me apuntaría a su mismo equipo de fútbol? No, no significa eso. De hecho, el San Lorenzo de Almagro, la verdad, nunca me ha dicho nada.

No critiques a Francisco reza por Francisco… o estarás animando a sus verdaderos enemigos: los progres del Nuevo Orden Mundial (NOM)... aunque te creas lo contrario

En resumen, que Francisco sea un buen Papa no obliga a que nos caiga simpático. No forma parte de sus deberes ni el afecto de los fieles puede confundirse con la simpatía. 

En la Iglesia Católica manda uno y sólo uno: el Papa. Ahora mismo, un tal Jorge Bergoglio. A ver si nos enteramos: la situación es crítica pero nuestro superior, que no nuestro adversario, es Francisco

No critiques a Francisco reza por Francisco… o estarás animando a sus verdaderos enemigos: los progres el Nuevo Orden Mundial (NOM). Sí, Francisco no es un Papa progre, es un Papa que no puede hacer más que lo que hace: intentar salvar lo salvable, que a lo mejor no es mucho, en la mayor crisis de la historia de la Iglesia.

Y más nos vale que el papa Francisco continúe durante mucho tiempo en el timón de Pedro

¿Que usted y yo lo haríamos de otra forma? Sin duda: de otra forma que nos parecía mejor y seguro que era peor. No olvidemos algo: la historia del mundo es una combinación de gracia divina y libertad humana. La importante es la primera pero la segunda la condiciona… generalmente hacia el desastre.

Francisco es el Papa, ergo, Francisco manda: punto final. No cometamos el error de abandonarle y mucho menos de crucificarle. Primero por aquello del “No toquéis a mis ungidos”. Segundo, porque podríamos estar cavando nuestra propia tumba, al grito del viejo refrán castellano: otros vendrán que bueno me harán.

Más nos vale que el `papa Francisco continúe durante mucho tiempo en el timón. Pero es que yo idolatraba a Juan Pablo II. Yo también, ¿y qué?

Francisco es el Papa, ergo, Francisco manda: punto final.