El Parlamento balear ha aprobado su Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que prohibirá, entre otras medidas, la circulación de los vehículos diésel en 2025 y los de gasolina en 2035. Es el singular paso de la presidenta de esa comunidad, Francina Armengol, más radical todavía que el calendario de prohibiciones de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera (a la venta, en 2040 y a la circulación, en 2050).

Los fabricantes de Anfac ya denunciaron la ley balear ante la Comisión Europea, el Consejo para la Unidad de Mercado -ya ha sido admitida a trámite- y ante el Ministerio de Industria, con el “apoyo unánime” de la CEOE, Cepyme y la patronal de Baleares.

La ley contiene medidas “arbitrarias y desproporcionadas”, alegó Anfac entonces -cuando la norma estaba en avanzado estado de tramitación-, que carecen de base técnica o científica y, además, incumplen “el derecho de la Unión Europea” y de la ley española. Rompe, por tanto, con la unidad de mercado, algo “inédito” en Europa.

Anfac denunció la ley balear, por arbritaria y desproporcionada, ante Bruselas y el Consejo para la Unidad de Mercado

La única excepción de la ley es para los residentes en la isla, si han matriculado antes los vehículos y que podrán seguir utilizando hasta el final de su vida útil, pero está en la misma línea de la tormenta perfecta que sobrevuela en la industria del motor por el vehículo eléctrico. 

A partir de ahí, toca medir las consecuencias: en el negocio, con el frenazo en las ventas, sobre todo del diésel, desde el punto de vista medioambientales, con el aumento de las emisiones de CO2. Una cosa lleva a la otra.

Las ventas en Baleares cayeron ya con fuerza durante la tramitación del proyecto, por la lógica incertidumbre que crea en el consumidor. En 2018, el aumento de las matriculaciones en las islas fue del 1,6%, frente al 7% nacional.

Por otro lado, la sustitución de vehículos diésel por los de gasolina provoca el efecto contrario se pretenden las metas para reducir emisiones contaminantes: aumentan, no menguan. Por esa tendencia, las emisiones de CO2 de los turismos y todoterrenos aumentaron un 1,82% en 2018 (116,75 gramos por kilómetro).