El Consejo de Estado de Francia dictaminó el lunes 18 de mayo que la prohibición de las reuniones religiosas en el país responde desproporcionadamente a la pandemia de coronavirus, y ordenó al Gobierno que se restituyan en un periodo de ocho días, recoge Aciprensa.

El Consejo de Estado dictaminó el 18 de mayo que, dado que se permiten reuniones de menos de 10 personas en otros lugares, “la prohibición general y absoluta [sobre reuniones religiosas] es desproporcionada... y, por lo tanto, constituye una violación grave y manifiesta de la libertad de culto”.

Las reuniones religiosas han estado prohibidas en el país durante ocho semanas, desde que se activó la cuarentena para frenar la propagación de la pandemia de coronavirus. Con excepción de los funerales, la prohibición de las reuniones religiosas en interiores se incluyó dentro de las políticas para salir del confinamiento del 11 de mayo, incluso mientras se permitieron pequeñas reuniones en otros lugares públicos.

La prohibición del culto en comparación con otras actividades que sí son permitidas provocó la indignación del episcopado francés. La Iglesia "toma nota con tristeza de la fecha que se le impone a los católicos y a todas las religiones de nuestro país", afirmó la conferencia episcopal francesa en un comunicado.

La Iglesia "toma nota con tristeza de la fecha que se le impone a los católicos y a todas las religiones de nuestro país", afirmó la conferencia episcopal francesa en un comunicado

El presidente de la conferencia episcopal francesa, Éric de Moulins-Beaufort, arzobispo de Reims, se reunió con el ministro del Interior, Christophe Castaner, para reclamar que la asistencia a misa fuese permitida al mismo tiempo que millones de franceses recuperan la libertad de salir de casa, trabajar e incluso acudir a algunos lugares de ocio. Pero el encuentro fue inútil, publicó Religión en Libertad.

"Nos hemos sentido despreciados", manifestó el arzobispo de St-Pierre y Fort-de-France, en la Martinica, David Macaire, quien se declaró "sorprendido" por la decisión, porque la Iglesia francesa había colaborado estrechamente en la aplicación de las medidas sanitarias. "La fe es muy importante en estos momentos", añadió monseñor Macaire: "Estamos en crisis, hay problemas importantes, muchas personas están sufriendo mucho psicológica y espiritualmente. El país necesita la esperanza que ofrece la fe. Es una lástima que el gobierno haya prescindido de ella”, recogió el mismo medio.

En la misma idea abunda el obispo de Chartres, Philippe Christory, al señalar que el gobierno de Emmanuel Macron considera que los católicos "no son considerados como personas responsables, no se ha escuchado nuestro compromiso de celebrar con cuidado para no producir contagios". Estas restricciones "afectan a la libertad de culto", añade, y son "injustificables para la razón, y expresión de la falta de consideración hacia la vida espiritual y religiosa de las personas, entendida sencillamente como algo no esencial para vivir”, añadió religión en Libertad.

Por su parte, Laurent Camiade, obispo de Cahors, ha elevado la cuestión al nivel de los principios, al afirmar que "la obediencia a las normas sanitarias impuestas a todos por el Estado no implica renunciar a los derechos de Dios, que están por encima de los derechos de los hombres (cf. Hech 5, 29)". La participación de los católicos en el bien común de la sociedad, añade, implica "adherirse sin reservas a las reglas sanitarias para adaptar nuestra forma de celebrar el culto a Dios por la salvación de las almas, pero no podemos aceptar que el Estado, sin explicación, nos imponga la prohibición del culto, al mismo tiempo que autoriza todo tipo de otras actividades, en algún caso más problemáticas en términos de contagio. Es, como mínimo, una falta de consideración”, destacó el mismo medio.

También Dominique Rey, obispo de Fréjus-Toulon, ha mostrado su rechazo a la humillación infligida por el ejecutivo a la Iglesia francesa, limitada en el culto mientras todo tipo de actividades se reanudan.