• El BCE exige más capital a los dos grandes germanos, que representan sólo el 25% del sistema financiero.
  • El resto, sobre todo banca regional, está fuera del control de Draghi, la bestia negra para Berlín por su política.
  • Paradójicamente, son dos de los pocos europeos que hablan de las fusiones europeas transfonterizas, al gusto del BCE.
El Banco Central Europeo ha exigido a los principales bancos privados alemanes, Deutsche Bank y Commerzbank, que mejoren su solvencia respecto a su nivel a finales de 2017. Los dos tienen problemas por la reestructuración que afrontan desde hace tiempo, pero mientras el primero lo interpreta por los requerimientos propios a los bancos sistémicos globales, el segundo, que no está en esa situación, se agarra a que la evaluación de riesgos del BCE no ha cambiado. A Deutsche Bank, en concreto, le ha exigido una ratio de capital de máxima calidad (ratio CET 1) de al menos el 10,65%, desde el 9,52% de 2017 (1,13 puntos más), mientras que a Commerzbank, de 1,125 puntos más, hasta el 9,625%. De esas exigencias depende el cálculo de retribuciones, como dividendos. Curioso, en primer término, porque esos dos bancos privados están entre lo poco que supervisa directamente el BCE en Alemania (21 en total) bancos, que representan el 25% del sistema financiero germanos. El resto, entre los que están los poderosos bancos regionales (landdersbank) están fuera del control de Draghi. Y curioso, en segundo término, si se complementa lo anterior con los no pocos roces entre Fráncfort y Berlín, por la política monetaria del BCE, especialmente con sus programas de compra de deuda pública. Y paradójico, en fin, porque Deutsche Bank y Commerzbank son de los pocos grandes bancos europeos que hablan abiertamente de las ventajas de las fusiones bancarias europeas (transfonterizas) por el estrechamiento de márgenes con los tipos de interés actuales. Se especuló con la fusión entre ellos, y ahora el Commerz está a tito, como quien dice, del francés BNP Paribas, después de haberlo estado de Unicredit. Ese propósito es también el del BCE, que ha animado a las fusiones transfronterizas, que todo indica que se harán esperar, al menos, hasta las consolidaciones bancarias nacionales. Sin embargo, Danièle Nouy, presidenta del Consejo de supervisión del BCE, no se cansa de insistir en esa línea. Rafael Esparza