Florentino Portero, director del Instituto de Política Internacional de la Universidad Francisco de Vitoria, analizó en una conferencia en Córdoba la relación entre Democracia, modernidad e islam, organizada por el Instituto de Seguridad y Cultura. Se centró en los retos que implica la modernización de las sociedades musulmanas y los conflictos que surgen entre los modelos islamistas y democráticos tanto en Occidente como en otros ámbitos geopolíticos.

El islam y la democracia no son compatibles”, llego a afirmar. Y dejó claro que, en cualquier caso, dicha afirmación “no quita que un musulmán pueda asumir la democracia e integrarse en una sociedad de estas características”.
 
Teniendo en cuenta los mínimos exigibles relatados por este experto para considerar a una sociedad democrática -“Imperio de la ley, división de poderes, un Gobierno representativo resultado de unas elecciones limpias y respeto a las minorías”- resulta harto compleja la cohabitación de islam y democracia dado el hecho de que el islamismo impregna todas las esferas -pública y privada- de la sociedad.
 
En este contexto, Florentino Portero ha querido señalar que “Córdoba y Granada son causas irrenunciables para los islamistas”. El esplendor musulmán de la Península Ibérica, simbolizado en la Mezquita de Córdoba o la Alhambra de Granada, es un activo para “la propaganda yihadista, que continuará y las maniobras de las comunidades musulmanas se sucederán para lograr una mayor cuota de poder en la gestión de ese patrimonio”.
 
¿Cómo debe abordarse pues la integración de los musulmanes en una sociedad como la española? La clave, según ha explicado Portero, es “encontrar el punto de equilibrio entre el respeto a su bagaje cultural y la asunción de los valores y principios rectores de nuestro ordenamiento constitucional”.
 
En este sentido, este experto ha querido hacer una reflexión en profundidad sobre lo que, bajo su punto de vista, es la raíz del problema. “No podemos exigir si no sabemos quiénes somos. España tiene hoy un serio problema de identidad que supone una debilidad crítica en el pulso contra el islamismo interior”.
 
Un déficit que, según ha explicado este experto, hace muy difícil conseguir alcanzar ese equilibrio entre bagaje cultural y valores y principios del orden constitucional. “Resulta muy difícil de llevar a cabo si nosotros mismos dinamitamos los cimientos de nuestro orden jurídico-político”, ha insistido.