Felipe VI quiere ser “un hombre como los demás”. Lo cual constituye la fórmula más eficaz de renuncia expresa a cualquier tipo de liderazgo. Decíamos ayer que la Familia Real había dejado de ser la referencia moral del pueblo -que es, precisamente, el papel que les es propio a los Reyes en el siglo XXI- pero ahora hay que añadir algo más: Felipe VI ni tan siquiera es capaz de mantener el consenso nacional sobre su persona y sobre la necesidad de la monarquía.

Precisamente, fuentes monárquicas realizan este análisis para Hispanidad: es verdad que Su Majestad Felipe VI consideraba que Mariano Rajoy ya le había utilizado hasta demasiado, en especial con el desafío catalán. Pero eso no significa que el Rey de España considere que Pedro Sánchez era la alternativa deseada. Sabe que Sánchez es un insensato y un ambicioso. Por insensato, jugará con la esencia española, que es monárquica; por ambicioso, ya está pagando los servicios del frentepopulismo que le ha hecho ganar la moción de censura que le ha llevado a La Moncloa y que jamás ha renunciado a la III República.

Además, doña Letizia está feliz con el ascenso del feminista Pedro Sánchez

Pero a otras fuentes, no próximas a Zarzuela, sino directamente zarzuelinas, les preocupa algo más: saben que todo lo anterior resulta innegable pero lleva siendo así desde tiempo atrás. Lo que les preocupa es que Su Majestad empieza a asumirlo hasta tal extremo que considera como única salida para permanecer en el Trono esconderse y no dar la cara.

Algo que cabrea bastante a su antecesor, el Rey Emérito Juan Carlos I, para quien se ha iniciado el segundo ‘procés’, el vasco. Para ser exactos, el procés foral-euskaldún, porque a nadie se le esconde que el PNV y Bildu saben que con la abertzale Uxue Barkos en el Gobierno Foral, esta es su gran oportunidad.

Mientras, el Rey emérito advierte de que se ha iniciado el segundo ‘procés’: el foral-euskaldún

El PNV anda crecido como no lo estuvo nunca. Ahora, los nacionalistas vascos presumen de echar presidentes en España, que para ellos es lo más. Y el Rey de España se esconde, mientras el Rey emérito, que ha abandonado el trono pero no quiere abandonar el mando, brama ante la inacción de su hijo. Entre otras cosas, insisto, porque el rey Juan Carlos considera que el segundo procés’, el proceso separatista vasco, ya ha comenzado. Y no le falta razón.

Luego está SM la Reina doña Letizia, que está feliz con el ingreso en prisión de Iñaki Urdangarín. Para doña Letizia es la derrota máxima de la Infanta Cristiana, a quien se ha tenido que pedir, simplemente, que no estalle, que mantenga la discreción pública en la que fue educada. Y doña Letizia considera que la entrada en la cárcel de su concuñado constituye el triunfo definitivo sobre su cuñada, con quien nunca se ha entendido y, atención, su triunfo sobre los Borbones, verdadera obsesión de la Reina de España.

A la infanta Cristina ha habido que pedirle que no estalle, que permanezca en silencio

Además, doña Letizia está feliz con la llegada a Moncloa del feminista Pedro Sánchez. No se sabe lo que se quiere decir exactamente cuando hablamos de un varón feminista, pero a la Reina de España le ilusiona mucho la figura de su antiguo compañero del Instituto Ramiro de Maeztu (lo que ha salido de un instituto con nombre tan egregio).

En suma, el Rey de España se esconde pero eso no le mantendrá en el Trono ni asegura el futuro de la Monarquía en España. En Zarzuela se vive una crisis profunda. Por de pronto, crisis de identidad. La monarquía dejó ser una referencia moral para el pueblo español, ergo, dejó de ser una referencia social, ergo, puede dejar de ser.

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