• No invierte más, apalanca FCC y vende el 49% de Aqualia, filial de agua y joya de la corona, al fondo IFM.
  • El empresario mexicano no ha añadido un euro a la inversión de hace cuatro años en el grupo.
  • Y se sirve de nuevo de Aqualia, que garantizó una emisión de 1.320 millones, para el problema de deuda.

El objetivo de la venta del 49% de Aqualia al fondo australiano IFM, la filial de agua del grupo FCC, no es otro que adelgazar la deuda del grupo, en 3.579 millones al cierre de 2017. De este modo, confirma así sus intenciones, anunciadas en febrero, que confirman, a su vez, una realidad, que el empresario mexicano Carlos Slim no invierte más en España y recurre al propio grupo para salvar sus cuentas. Aqualia es en estos momentos la joya de la corona del grupo y la tercera del sector en Europa, con una facturación de 13,5 millones repartida en 1.100 municipios en 22 países. Es, paradójicamente, la misma filial a la que ya recurrió, dejándola apalancada, al utilizarla como garantía en la emisión de 1.320 millones en bonos, en junio, para arreglar el problema de la deuda corporativa. La valoración de Aqualia, según la venta, asciende a 2.090 millones (8,7 el Ebitda), al tiempo que reduce la deuda del grupo, con relación al Ebitda, a 2,9, y proporciona liquidez para volver al dividendo, que no abonada desde 2013. La inversión de Slim sigue donde quedó en 2014, con los 650 millones a través de Inmobiliaria Carso y los 500 millones posteriores. El grupo manda y las filiales obedecen, es la consigna de Slim: lo importante es el grupo (el todo), aunque los problemas los tenga FCC. Rafael Esparza