• Bruselas aprobó un mecanismo de liquidación para evitar que el contribuyente pague la factura de una quiebra bancaria.
  • Pero la legislación no se aplica y la paga el contribuyente, al margen del destino final de la entidad.
  • La participación pública en el Lloyds ha pasado del 43% al 6%, pero no se ha rescatado el 100% de dinero.
  • En Novo Banco, el Gobierno se plantea la nacionalización tras las "vejatorias" ofertas de compra.
  • Pero el fondo buitre Lone Star insiste en llegar a un acuerdo aunque ofrece 750 millones frente a los 4.900 que ha costado.
Europa aprobó un mecanismo de liquidación bancaria, en vigor desde enero de 2014, pero que en la práctica no se aplica por las reticencias de los gobiernos afectados a asumir con todas sus consecuencias la quiebra de una entidad. Es el paralelismo que une dos casos alejados en tiempo y espacio, pero actuales por el momento procesal que viven. Son, en concreto, el británico Lloyds y el portugués Novo Banco, con el rasgo común de evitar una quiebra, aunque con desenlaces distintos. El objetivo de la legislación europea es muy claro: evitar que el contribuyente pague la factura de una quiebra bancaria, que es a lo que conducen las crisis financieras como la de 2008. Ese año fue, de hecho, el mismo en el que el Gobierno británico rescató el grupo bancario Lloyds. En Portugal sucedió lo mismo con Novo Banco, aunque unos años más tarde, en 2014. Europa aceleró los mecanismos para cerrar un banco con el fin de evitar los rescates gravosos para el contribuyente, como ha sucedido con el rescate bancario español. La idea es que sean los accionistas y los acreedores los primeros en asumir las pérdidas y para el resto, los clientes, se articuló una garantía de 100.000 euros por depositante y cuenta. Nada más. La reforma, recordarán, se aceleró tras el rescate de Chipre. En el primer caso de Lloyds, Londres llegó a controlar el 43%, aunque este lunes se ha sabido que esa participación se redujo, el pasado día 6, hasta un porcentaje inferior al 6%. La inversión pública para evitar la quiebra fue de 20.800 millones y el Gobierno calcula que ha recuperado ya casi el 90% de lo que inyectó. El cambio de cromos, que sitúa ahora como principal al fondo de inversión BlackRock, tiene su contrapunto, sin embargo en el Royal Bank of Scotland (RBS), donde la participación pública sólo ha bajado del 80% al 72,6% en estos años. La situación del luso Novo Banco se parecería más a este último, aunque no está claro qué va a decidir finalmente el Gobierno de Portugal. El ministro de Economía, Mário Centeno, de hecho, no descarta ninguna alternativa, incluida la nacionalización. Es algo a lo que le presionan los partidos de izquierda que mantienen en el poder al socialista António Costa (los comunistas del PC, marxista leninista y antieuropeo, el Bloco de Esquerda, antideuda, y Los Verdes). También se ha unido a esa opción el presidente del Partido Socialista luso, Carlos César, teniendo en cuenta que la única oferta que puede prosperar es la del fondo americano Lone Star, que considera "casi vejatoria". Ya les contamos el viernes, 6, que el fondo buitre ofrece 750 millones cuando el rescate costó 4.900 millones. Lone Star, sin embargo, ha insistido, a través de un comunicado, en llegar a un acuerdo tras ser seleccionado por el Banco de Portugal. En cualquier caso, la idea sería la misma que ha guiado los destinos del británico Lloyds: nacionalización para una posterior reprivatización, al margen de la consigna europea. Rafael Esparza