Pese al esfuerzo mediático por situar ya a Joe Biden en la Casa Blanca y ocultar las acusaciones de fraude electoral, cada día la contestación social es mayor.

La última campaña mediática tiene como propósito arrinconar al presidente Trump, defendiendo que hasta en las propias filas republicanas le han abandonado y están reconociendo a Biden como presidente. Lo cierto es a que pesar de lo pretendido por los medios de comunicación, los principales líderes del partido sí han cerrado filas con el presidente Trump. Así, pocos son los líderes republicanos que han reconocido la victoria de Biden y, los que lo han hecho, son ciertamente marginales en el partido. Es el caso del senador por Utah y excandidato presidencial republicano, Mitt Romney, eterno crítico de Trump, quien es pésimamente valorado por los seguidores del partido, hasta el punto que ha sido invitado a abandonar la formación en reiteradas ocasiones. Otro caso es el del expresidente George W. Bush, el radical belicista que sumió a EEUU en las inútiles guerras de Afganistán e Iraq y que terminó su mandato como uno de los presidentes peor valorados de la historia de EEUU, incluso entre las propias filas republicanas.

No solo los principales líderes del partido, sino también las bases del partido siguen siendo leales al presidente. Así, el 70% de los republicanos consideran que las elecciones han sido fraudulentas, según una encuesta publicada por el diario Politico.

En el ámbito legislativo, el Líder de la Mayoría del Senado, el senador Mitch McConnell, ha recordado a Joe Biden que él y sus medios de comunicación le han erigido como presidente sin haber terminado el recuento en varios Estados. También ha apoyado que el equipo legal del presidente Trump pueda estudiar todas las medidas legales para analizar los posibles casos de fraude electoral.

Más contundente ha sido el presidente del Comité Judicial del Senado y Senador por Carolina del Sur, Lindsey Graham, quién ha afirmado que “los republicanos ganamos elecciones por la fidelidad a nuestras ideas y las perdemos cuando los demócratas cometen estafa electoral”. En la misma línea que McConnell, Graham ha afirmado que “estamos ante una elección que todavía está disputándose y los medios de comunicación no son los que deciden quién es el presidente. Sí así fuera, nunca tendríamos un presidente republicano.

En el plano diplomático, también el Secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, ha apoyado al presidente Trump. Así, al ser preguntado sobre cómo abordaría la transición a la Administración Biden-Harris, ha contestado que la transición a un segundo mandato de Donald Trump será sencilla y que tras las actuaciones pertinentes en defensa de la legalidad, se demostrará que el presidente Trump fue quién ganó las elecciones presidenciales del 3 de noviembre.

Pese al esfuerzo progresista por demostrar lo contrario, tanto las bases del Partido Republicano como sus principales líderes apoyan al presidente Trump.