La neurosis aumenta. No ha sido un viernes de locura, ha sido un viernes de locos. Que es distinto. Comenzó el presidente del Gobierno a las 13,00 horas de la tarde, mintiendo según costumbre: no quiero confinar a la gente otra vez en su domicilio, pero si las comunidades autónomas quieren aprovecharlo, no seré yo, que no quiero, quien se lo niegue.

Y como el miedo es libre y la histeria creciente a las nueve de la noche eran ya siete comunidades autónomas, cinco socialistas y nacionalista catalán y vasca, las que pedían al Gobierno que decretara estado de alarma. A saber: Asturias, Extremadura, La Mancha, Rioja y Navarra. Por el momento.

El anterior confinamiento domiciliario no detuvo al virus: nos convirtió en el país con más muertos por habitante de nuestro entorno. Ahora insistimos

A las comunidades del PP les gusta más el toque de queda, algo ciertamente menos liberticida, más castrense.

En cualquier caso, el espectáculo que está dando España es patético. Le estamos pidiendo al Gobierno que nos devuelva al arresto domiciliario de marzo, la reducción de libertades más atroz en una generación,  que sólo sirvió… ¡para convertirnos en el país de Occidente con más muertos por Covid, por habitante! No detuvimos al virus, se detuvo sólo, temporalmente y en todo el planeta. Y ahora volvemos a tropezar en la misma piedra.

Por supuesto, todo lo hacen por nuestro bien. De hecho, Sánchez no quiere hacerlo pero no tiene otro remedio.

Es un grito unánime que sale de todas las gargantas: Pedro, encarcélanos a todos.

Al virus no hay que esquivarlo, hay que eliminarlo. No se trata de no contagiarse, sino de que el contagio no signifique la muerte

Españoles: ¡reaccionad! Entre otras cosas porque para vivir como esclavos es mejor morir por coronavirus. Pero, también, porque el confinamiento de marzo no detuvo al virus… como no lo detendrá este nuevo confinamiento que nos prepara el Gobierno sociopodemita y sus casi aliados del PP.

Al virus no hay que esquivarlo hay que eliminarlo. No se trata de no contagiarse, sino de que el contagio no signifique la muerte.