España volvió a presentar capacidad de financiación en 2018, aunque inferior a la de años precedentes, en un entorno en el que prosiguió la expansión de nuestra economía, según el Artículo analítico ‘La Balanza de Pagos y la Posición de Inversión Internacional de España en 2018’ del Banco de España.

La disminución de la capacidad de financiación se explica por la reducción del superávit de bienes y de servicios, que reflejó, en buena medida, la ralentización de los mercados exteriores, el impacto negativo sobre las exportaciones de la apreciación acumulada por el euro desde 2017 y el ascenso del precio del petróleo.

“La capacidad de financiación que presentó la nación, el importe positivo que arrojaron los otros flujos y la expansión del PIB favorecieron una disminución, por cuarto año consecutivo, del saldo deudor de la posición de inversión internacional (PII) neta de la economía española en porcentaje del PIB”, afirma el Banco de España.

“En términos de flujos financieros, en 2018 los inversores internacionales efectuaron compras netas en las rúbricas de la inversión en cartera (principalmente, títulos de renta fija a largo plazo emitidos por las AAPP) y de la inversión directa, señal de que mantuvieron su confianza en la economía española, a pesar del deterioro en el escenario macrofinanciero global que tuvo lugar en la segunda mitad del año. No obstante, el hecho de que la posición de inversión internacional (PII) neta de la economía española siga siendo elevada (77,1% del PIB), tanto desde una perspectiva histórica como en una comparativa internacional, supone un elemento de vulnerabilidad ante posibles perturbaciones en los mercados internacionales de capitales”, prosigue el organismo.

Reducir dicha vulnerabilidad aún requerirá la acumulación de superávits por cuenta corriente durante un prolongado de tiempo", refiere el organismo

"Reducir dicha vulnerabilidad aún requerirá la acumulación de superávits por cuenta corriente durante un prolongado de tiempo", refiere el organismo dirigido por Luis Linde en el informe.

La capacidad de financiación de la economía y el aumento nominal del PIB permitieron que la posición volviese a disminuir en 6,4 puntos porcentuales, hasta situarse en el 77,1% del PIB -apenas dos años antes se situaba en el 85,7%-.

En concreto, el saldo deudor de la posición de inversión internacional neta en España disminuyó en 42.200 millones de euros con respecto al ejercicio previo y se situó en los 931.800 millones.
Su descenso obedece a que la economía española registró una capacidad de financiación del 1,5% del PIB según los datos de la balanza de pagos, aunque dicha tasa supone seis décimas menos de las registradas el año anterior.

La disminución de la capacidad de financiación la explica en la reducción del superávit de bienes y de servicios, "que reflejó, en buena medida, la ralentización de los mercados exteriores" y en el "impacto negativo sobre las exportaciones de la apreciación acumulada por el euro desde 2017 y el ascenso del precio del petróleo”.

Los inversores internacionales mantuvieron, sin embargo, las compras y especialmente en títulos de deuda emitidos por las administraciones públicas (esta rúbrica supuso un 4,2% del PIB), además de efectuar inversiones directas, "señal de que mantuvieron su confianza en la economía española, a pesar del deterioro en el escenario macrofinanciero que tuvo lugar en la segunda mitad del año", refiere el artículo.

Resumiendo: como ocurre con otros muchos indicadores económicos, España sigue yendo bien pero cada día va peor. La economía española todavía continúa pujante... pero no tan pujante como dos años atrás.