• No puede descartarse la figura del accidente pero lo cierto es que el listado de muertes de presuntos corruptos, crece.
  • La muy hipócrita lucha contra la corrupción se cobra otra víctima.
  • Hemos convertido la lucha por la honradez pública en una judicialización de la vida pública.
  • Así, destruimos famas, honores y vidas.
  • Al final, Blesa es conocido por las tarjetas 'black', el chocolate del loro de la crisis bancaria.
  • Mientras, seguimos con la justicia televisada: primero se avisa a las cámaras, luego se detiene al acusado.
Es lo peor que podía ocurrirnos: la judicialización de la vida pública. Por cierto, conste que a mí el exquisito Miguel Blesa no me resultaba la persona más entrañable del mundo. Quizás porque no me gustan los exquisitos. Ahora bien, lo que entre todos, aunque se trata de un accidente, hemos perpetrado con él resulta tremendamente injusto. En cualquier caso, la hipótesis más plausible es que Miguel Blesa se ha suicidado. Es decir, que se habría matado a sí mismo y la historia del presidente de Cajamadrid es como para hacer reflexionar a toda España. De alguna manera le hemos matado entre todos. En España, hemos creado un estado de persecución donde, en nombre de la lucha contra la corrupción, hemos destruido famas, honores y vidas. Y el listado empieza a crecer (ver imagen). Por de pronto, nos hemos cargado la presunción de inocencia. Después, hemos convertido la lucha por la honradez pública en una judicialización de la vida pública y en un arma arrojadiza contra el adversario político. ¿Creen que alguno de los políticos especializados en acusaciones de corrupción les importa algo la pureza de la vida pública? Y lo más importante: cunde el resentimiento en España. Todo el país vibra cada vez que un poderoso, es decir, un envidiado, es enviado a la cárcel o a la ruina. ¿Seguro que los españoles buscamos justicia? Yo diría que lo que buscamos es venganza. Pero recuerden la proposición cinematográfica: Yo aspiro a la justicia pero, si no puede ser, me conformo con la venganza. Por cierto, se trata de justicia televisada, lo que significa que primero se avisa a las cámaras y luego se detiene al acusado. Eulogio López eulogio@hispanidad.com