La francesa Engie (antes Suez-GDF) es la primera gasera del sur de Europa, un papel al que no aspira Gas Natural Fenosa, como ha dejado claro Francisco Reynés al insistir en que la estrategia del grupo no pasa por grandes operaciones corporativas. En desiguales circunstancias, no obstante, están llamadas a entenderse… aunque atraviesan momentos muy distintos.

La francesa ha entrado en la quiniela de las privatizaciones del presidente Macron, algo rompedor, como quien dice, tratándose del sector energético, uno de los buques insignia de control del Estado galo. GNF, por su parte, afronta un periodo de trasformación para ganar en eficiencia.

A las dos gaseras le afecta además el camino propio en la transición para reinventarse sobre los imperativos medioambientales. O lo que es lo mismo: más energías renovables.

Reynés no quiere grandes operaciones: se vuelca en la eficiencia -rentabilidad- de Gas Natural Fenosa

Por capitalización, el valor de Engie saca una ventaja de unos 10.000 millones a GNF (32.100 frente a 21.910, en concreto). Esa distancia, sin embargo, crece sustancialmente por el doble juego que sigue Europa en la procedencia del gas.

La principal para el norte y centro europeo es el que viene de Rusia. Ahí también tiene intereses de Engie, por sociedades conjuntas con Gazprom, como para la construcción del gasoducto Nord Stream 2. La alternativa para España, sin embargo, está en el norte de África. Gas Natural acaba de firmar con Sonatrach, por ejemplo, la renovación de suministro de gas argelino, que le aporta el 40% de aprovisionamiento, hasta 2030.

El desajuste actual puede ser una gran oportunidad después, pero pasa por la inexistente generosidad francesa en el inquietante punto de las conexiones. Alemania, por ejemplo, aspira a nuevas alternativas para no depender, básicamente, del gas ruso de Grazprom. Se ha dicho siempre, muy gráficamente, que el diámetro de los gasoductos españoles se estrechaba en los Pirineos. Es un problema de complejo avance, a pesar de los esfuerzos desde Bruselas.

Francia da prioridad al gas ruso, pero el gas del norte de África es una alternativa a esa dependencia. Y eso es cosa de la española GNF

Pero no todos son diferencias si nos atenemos a la relación entre Caixa-Criteria, que ha controlado Gas Natural Fenosa con Repsol -hasta la venta a CVC del 20%-  y Suez Environnement, que controlan Engie (32%) y el Gobierno francés (30%), y en cuyo consejo se sienta Fainé por la participación del 6,9% de la española tras la venta de Agbar.

Caixa Criteria es accionista de referencia de GNF, con un 24,4%, la misma, paradojas de la vida, con la que el Gobierno galo controla Engie, ya sin Gérard Mestrallet en la presidencia, para gozo y regocijo de Macron. Mestrallet, sustituido por Jean-Pierre Clamadieu (a la derecha, en la imagen) frustró la fusión de Engie y EDF.

La participación del Estado francés en Engie es del 24,1%, aunque tiene un 33% de los derechos de votos. Macron la ha incluido en la lista de sus primeras privatizaciones, para reducir deuda y financiar la innovación, junto al gestor Aeroports de Paris (ADP) y La Francaise des Jeux, el monopolio de la lotería gala, aunque no ha concretado en qué porcentajes. Conservará, eso sí, el derecho de oponerse a la cesión de activos estratégicos (infraestructuras de transporte de gas o de almacenamiento).

Lo ha explicado el ministro de Economía, Bruno Le Maire: “Estamos pasando de una lógica de gestor a una lógica de inversión en el futuro, repensando el lugar del Estado en la economía francesa, no como accionista sino como regulador”.