• Y eso que el Tribunal Constitucional ha dado la razón al Gobierno, que redujo la "rentabilidad razonable" al 7,5%.
  • Avariciosos ellos, los fondos se conforman ahora con esa rentabilidad, aunque pretendían que siguiera por encima del 20%, el viejo chollo.
  • Y eso explica la fiebre de compras de activos de renovables, sobre todo de energía solar.
  • La fiebre llega, además, después haber enfangado durante años la reputación de España hablando de inseguridad jurídica.
Los fondos de inversión, los grandes denunciantes de la inseguridad jurídica que provocaban las reformas energéticas en España, son hoy, paradójicamente, los más interesados en comprar empresas o activos de esas mismas energías verdes.  Y a eso se añade el ingrediente que aporta el fallo del Tribunal Constitucional conocido hoy miércoles, aunque está fechado el 17 de diciembre, en el que se avala el polémico recorte a las energías renovables. De esto último es de lo que toca hablar en primer término, pero el foco de interés está sobre todo en lo primero: el apetito de los fondos de inversión por las renovables españolas. Eso es precisamente lo que no ha cambiado desde hace tres y tiene un nombre: la rentabilidad que se ofrece a través de las primas. Es verdad que esa rentabilidad llegó a superar el 20%, antes de las correcciones iniciadas en 2013 por el ministro socialista Miguel Sebastián y después, a mediados de 2014, con el decreto del ministro del PP José Manuel Soria. Pero hoy está en el 7,5%, que no es ninguna broma. Es la "rentabilidad razonable" que prometió la reforma Soria para las nuevas instalaciones de renovables. ¿Quién da más? Eso no quita que la polémica se despeje, a pesar de la sentencia del Constitucional. Esos mismos fondos, que seguirán comprando activos, seguirán también denunciado la inseguridad jurídica. Paradojas, como decía. El fallo del TC avala el recorte a las renovables al considerar, básicamente, que estuvo justificado "de forma suficiente" que el Gobierno lo hiciera por la vía de urgencia, porque se trataba de garantizar la estabilidad financiera del sistema eléctrico. La explicación es sencilla: el sistema de primas había provocado un déficit de tarifa insostenible por su tamaño, con un claro perjudicado: el usuario, quien tenía que pagar esa factura mes a mes. Miguel Sebastián llegó a decir, en ese sentido, que "con las renovables perdimos la cabeza". Pero el drama real se midió, sobre todo, en el déficit de tarifa, una de las herencias más pesadas de la política eco-guay de Zapatero. El TC, de hecho, se refiere a la "extraordinaria y urgente necesidad" de poner remedio a esa situación. Y a eso se añade otra consideración importante del TC: que las medidas aprobadas entonces no vulneraron, como alegaba el recurrente, el principio de jerarquía normativa ni los de seguridad jurídica. Y es a partir de ahí, donde es más palpable la paradoja en la actuación del fondos de inversión a la que hacía alusión previamente. Y es que después de haber enfangado la reputación de España hablando de inseguridad jurídica, está acudiendo en tropel para comprar activos, sobre todo de energía solar. Sitúen ahí, por ejemplo, el último dato, del primer semestre de 2015, de la CNMC: las renovables recibieron 3.362 millones de euros en primas, a pesar de la reforma Soria. Y lo más llamativo, a la fotovoltaica llegaron 1.231 millones, el 36,6% de total, aunque sólo cubre el 4,1% de la demanda. Pero no afecta sólo a pequeñas explotaciones. Incluye también a activos importantes. Pongan en esa lista lo del grupo andaluz Abengoa, que vive su conocida crisis tras su entrada en preconcurso de acreedores. Muchos de los activos de Abengoa están en venta y ayudarán, de acuerdo con las negociaciones de los bancos acreedores, a la obtención de la liquidez que Abengoa hasta el concurso de acreedores, en marzo. Añadan a eso las otras compras que se concretaron en 2015, como la adquisición por Cerberus de Renovalia, una de las empresas españolas más potentes en energías renovables, controlada por la familia Ortega. Esa operación era la tercera en sólo un mes, octubre, en el sector de  renovables. Las dos anteriores fueron la compra por el grupo chino Cheung Kong de Iberwind, segundo operador eólico de Portugal, por 1.000 millones y la compra por Gas Natural Fenosa de Gecalsa, radicada en Castilla y León, por 200 millones. Pero no es sólo Cerberus la que ha tomado posiciones. También hay otros fondos, también especulativos, Oaktree o Blackstone, que pujan por Eolia, o KKR, que compró el 80% de Gestamp Solar. Y añadan, en fin, el interés que ha despertado T-Solar desde que Isolux anunció que estaba en venta. No olviden el peligroso declive de Luis Delso, aquejado por un gran problema: el endeudamiento. Rafael Esparza rafael@hispanidad.com