• Es el país más señalado por infringir la libertad religiosa, junto a Irán, China, Eritrea y Sudán.
  • En las zonas controladas por el Estado Islámico se trata, directamente, de un "genocidio" contra la minoría cristiana.
  • En Arabia Saudí, regido por el Corán y la Sunna, no hay reconocimiento legal ni protección de la libertad religiosa.
  • Tampoco es posible la práctica del culto privado cristiano, aunque el Gobierno diga que lo admite de "forma discreta".
  • La petromonarquía sigue con un plan educativo: defensa de la exclusión social de los cristianos y metralla contra las religiones.
  • Tampoco permite la entrada de sacerdotes, mientras los clérigos sunitas incendian a sus fieles con sus sermones anticristianos.
  • Contundente y clarificador el último informe de EEUU sobre la libertad religiosa en el mundo.
El último informe de libertad religiosa, de 2016, de Estados Unidos no duda en calificar de "genocidio" la actuación criminal del Estado Islámico contra las minorías cristianas, yazidíes y chiitas en las zonas que controla. Confirma así lo que sabíamos y ha sido denunciado desde tantas otras fuentes, como el obispo católico-caldeo de Mosul, Amel Nona, entrevistado por Hispanidad. Pero ese informe, el primero publicado durante la presidencia de Trump, recoge mucho más sobre ese aspecto, aunque no cambien esencialmente las cosas respecto al año anterior, con la lupa puesta, esta vez, en 200 países. Los más señalados por infringir la libertad religiosa siguen también donde estaban: Arabia Saudí -país con el que ha reforzado su alianza EEUU-, Irán, China, Eritrea, Sudán, Birmania, Corea del Norte, Turkmenistán y Uzbekistán. Se suma, a diferencia de 2015, Tayikistán. Lo más alarmarte, con todo, está en las "atrocidades" del Daesh en Irak y Siria. Como se señala, de hecho, en el prólogo del informe, firmado por el secretario de Estado, Rex Tillerson, el Estado Islámico "ha sometido, y continúa haciéndolo, a miembros de muchas religiones y etnias a violaciones, esclavitud, secuestros y muerte". En el caso concreto de Arabia Saudí, el país islámico más poderoso, la situación de discriminación para los cristianos es brutal, a pesar de que es la minoría mayoritaria. Cuenta con una población de 1,2 millones de personas frente a los 25,5 millones de musulmanes. Pero de poco sirve en un país en el que el islam es la religión oficial y la Constitución, que se rige por el Corán y la Sunna, no contempla ningún reconocimiento legal ni protección de la libertad religiosa. Eso quiere decir, muy en resumen, que no hay libertad para practicar públicamente ninguna religión salvo el islam sunita, promovido por el Gobierno, en ese país y en el resto del mundo, también España. Pero no sólo es la práctica pública la que no se tolera, sino tampoco realmente la privada, bajo riesgo de expulsión. El informe americano cita casos concretos, como el allanamiento de una casa cristiana en Aziziyah por las autoridades saudíes durante una celebración privada por la fiesta de la Asunción de la Virgen. 27 cristianos maronitas libaneses fueron arrestados y deportados por participar en una "oración no islámica" y tener un Evangelio. El Gobierno guarda el tipo de puertas afuera diciendo -es posible que a Trump, sin ir más lejos- que es posible rezar en privado, siempre de "forma discreta", y que los cristianos -como otros- pueden presentar quejas ante una serie de organismos oficiales si no se les permite y han sido detenidos por ello. La realidad, sin embargo, prueba lo contrario. El cristiano detenido que presente esa queja se encontrará con el funcionario de turno, que la escuchara, pero a renglón seguido dirá, como denuncian los grupos religiosos, que durante sus oraciones tocaba música o cualquier otra bobada, por lo que sí cometió una infracción, aunque nada tenga que ver con el culto o la oración. Todo encaja dentro de la intolerancia del país. Riad continúa con el proyecto que inició en 2007 para revisar todos los libros de texto educativos con el objetivo declarado de eliminar las religiones y menospreciar lo que no sea el islam. Es como enseña a los niños en Arabia Saudí (en la imagen). En esos textos se justifica la ejecución de "hechiceros", se defiende la exclusión social de los no musulmanes (judíos, cristianos y chiítas). Por supuesto, es inadmisible un pensamiento crítico en asuntos religiosos. En 2016, un año más, el Gobierno no permitió la entrada de clero que no fuera musulmán para conducir servicios religiosos, algo "especialmente problemático para los católicos y los cristianos ortodoxos" porque son los sacerdotes los que administran los sacramentos. Y a eso se une otra realidad, la intolerancia hacia otras religiones que muestran los clérigos sunitas en los sermones y en sus declaraciones públicas.  No hablamos cualquier clérigo, sino de los que reciben estipendios del Gobierno. Su lenguaje  es abiertamente excluyente, anticristiano, antisemita y antichiíta. Rafael Esparza