• El problema de la economía conectada es el mismo de la digitalización: no puedes evitarlo.
  • Y encima lo digital implica una sociedad muy rápida pero poco flexible.
  • Por cierto, ¿el nativo digital valora la guarda de su intimidad?
  • Ahora bien, es verdad que lo pequeño puede hacer frente a lo grande pues dispone de su misma información.
  • El problema es que es demasiada información, incluso para los grandes.
En las empresas tecnológicas abundan los directivos que personalizan a la máquina. Por ejemplo, Emma Fernández (en la imagen), por otra parte una mujer brillante, directora general de Indra, asegura que las máquinas acabarán tomando decisiones. De hecho, ése era el título de su ponencia en el vigésimo noveno Encuentro de Economía Digital celebrado en la Universidad Menéndez Pelayo. Economía conectada, bien, pero eso no significa que la máquina tome decisiones. El único que toma decisiones es el nombre, las máquinas sobre objetos programados y no se saldrán de ese programa porque, por no tener, no tienen ni instinto de supervivencia. Además, se entromete la ecología, cómo no, y entonces nos dicen los expertos que estamos ante un esquema virtual, necesario para que sobreviva no sólo la humanidad, sino también el planeta. Muy importante, lo del planeta. Estamos en la era de los sensores, repite Fernández. Su coste se ha reducido drásticamente. Los sensores almacenan información y los procesan y tomarán decisiones. Que no, que no toman decisiones porque están programados. La libertad es cuando no estás programado. Es decir, el hombre. Emma Fernández dice algo interesante: hay que luchar por la privacidad pero ¿seguro que el nativo digital valora su intimidad? Porque lleva años ofreciéndola en las redes sociales. Eulogio López eulogio@hispanidad.com