Emilio Saracho asegura que se hizo cargo del Popular por responsabilidad “y como una misión de salvamento”. Salvamento, ¿de quién? Recuerden lo que le dijo Saracho a Danièlè Nouy, al poco de asumir la Presidencia: “Tiempo previsto para el impacto, enero de 2018. Deben ustedes preparar el aeropuerto para una emergencia”, le soltó a la presidenta del Consejo de Supervisión del BCE. Ahora, Saracho intenta lavar su imagen con un artículo publicado el sábado en El País.

La primera conclusión es que el presidente que sólo aguantó 108 días en la Presidencia se apunta a la tesis de Ángel Ron, esto es, que al Popular se le dejó caer. ¿Y quién hizo tal cosa? El BCE, con Nouy como figura destacada, la JUR de la simpática Elke König y el propio Gobierno de Mariano Rajoy que aún contaba con Luis de Guindos en la cartera de Economía.

Saracho reconoce que la última etapa, al Popular “se le aplicó de forma estricta la nueva normativa de supervisión y resolución, al tiempo que no se le daba apoyo institucional”. Justo lo contrario de lo que sucedió poco después en Italia, donde el Ejecutivo paró los pies a Köng y compañía y optó por resolver internamente los problemas de liquidez de Monte dei Paschi.

Además, asegura que le llamó la atención que la nueva regulación incluye la desaparición de la figura del prestamista de última instancia y su sustitución por la provisión de liquidez extraordinaria (ELA), un mecanismo “muy poco transparente”, según Saracho. No, oiga, no es opaco, es totalmente arbitrario. En el océano de liquidez actual ningún banco cae por falta de liquidez, a no ser que lo dejen caer, claro está.Y eso es exactamente lo que ocurrió con el Popular: solicitó liquidez al Banco de España que, a su vez, pidió permiso al BCE, pero en Fráncfort se pusieron de perfil. Había que dar un toque de atención al sector financiero europeo -miren de lo que somos capaces- y el elegido fue el banco español. ¿Opaco? No, arbitrario.

Y nada indica que la cosa vaya a cambiar en el corto plazo. Saracho afirma que, después de un año colaborando con el MUR para mejorar los procesos, “no se han hecho progresos”.

En cualquier caso, las sentencias del ex presidente del Popular no le eximen de sus errores, algunos de ellos muy graves. Por ejemplo, afirmar en su primera Junta de Accionistas, que el banco, o ampliaría capital o se fusionaría con otro. Menos mal que más de no desaconsejó al banquero hacer cualquier afirmación de ese tipo.

Otro error de bulto, el ya mencionado “tiempo previsto para el impacto…”. Eso sin mencionar sus perlas como presidente: “No tengo ni puta idea de cómo se gestiona este puto banco”, aseguró, “la acción está muy alta”, frase que confirmó lo que se temieron algunos desde el primero momento: que Saracho no llegó para sanear el banco sino para venderlo. Y el último ejemplo: “Hay que acojonarlos a todos”, dijo en referencia a consejeros, directivos, empleados y accionistas del banco y, sobre todo, en referencia al poder político.

Por cierto, si Ángel Ron cabreó a una parte del Consejo de Administración, Saracho logró cabrear a todo el mundo. ¿Acojonarlos a todos? No, cabrearlos a todos, incluido el Gobierno.

 

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