Los equipos de comunicación de Moncloa se pasaron la jornada laboral del miércoles intentando disimular lo indisimulable. En Bruselas, el presidente de la Comisión, el caradura de Jean-Claude Juncker, le ha tomado el pelo al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.

A ver, el Consejo Europeo dedicado a Inmigración consagró el principio –malo para los países del sur de Europa- de que todo inmigrante irregular que entre en Europa por un país es responsabilidad de ese país. Pero Pedro Sánchez –recuerden- lo vendió como un éxito porque se abría –sin concreción alguna- una procedimiento de ayuda financiera  en caso de avalancha.

Al emigrante que llega a nuestra costas hay que acogerle. Al que entra con violencia hay que echarle a patadas

Pues bien, la avalancha se produjo (no en Italia, porque cerró sus puertos, sino en España) y el Gobierno Sánchez solicitó ayuda a la Comisión Europea. Su presidente, el caradura de Jean-Claude Juncker, del paraíso fiscal de Luxemburgo, respondió que no le quedaba dinero en la caja. Vamos, que se ha reído del novato Pedro Sánchez y, de paso, de toda España. Al final, gran concesión, dedica una partida, mitad por mitad, a Marruecos y a España (en total, menos de 50 millones de euros) mientras el Ejecutivo Sánchez mostraba un patético insistir en que Juncker se solidarizaba con la España colapsada por emigrantes irregulares en Cádiz y por inmigrantes violentos en Ceuta.

El ministro Borrell se veía obligado a acallar a los periodistas que se reían con la ‘aportación’ de Europa al problema: “No, señores, no subestimen la ayuda de Europa”. Lo dicho: patético. No cabe duda: el señor Sánchez se ha convertido en el hazmerreír de Europa.

Ahora mismo, el inmigrante que entra en patera está cambiando la pobreza por la miseria

Al final, el nuevo presidente del PP, Pablo Casado ha puesto el dedo en la llaga al trasladarse a Algeciras y proponer un plan Marshall para África. En efecto, al inmigrante que llega exhausto hay que acogerle, al que entra con violencia y chulería hay que echarle a patadas, pero también hay que convencer a los gobiernos africanos de que ese es el camino que conduce a la sustitución de la pobreza material por una miseria igual que encima conlleva indignidad. Vamos, que el inmigrante que llega a nuestras costas está cambiando la pobreza por la miseria, la inquietud por la desesperanza y la cercanía por el exilio.

Lo que debe hacer Europa es un plan Marshall, un plan de ayuda directa y un plan de inversiones e infraestructuras, que cree puestos de trabajo en el África negra. Por eso, Pedro Sánchez y la izquierda suspenden en emigración mientras Pablo Casado acierta. Eso sí, el líder del PP debería concretar más ese plan Marshall para África. Pero la idea es buena.