Con una fortuna valorada en 188.500 millones de dólares, Elon Musk se ha coronado esta semana como el hombre más rico del mundo, según Bloomberg. Jeff Bezos, medalla de oro durante los últimos tres años, pasa al segundo puesto, con 1.500 millones de dólares menos que Musk. Poca cosa.

Lo cierto es que el ranking puede variar en los próximos días porque depende del comportamiento de las acciones en bolsa, tanto de Tesla como de Amazon. La pugna promete.

En cualquier caso, Musk es el ultramillonario menos ideologizado. Nada que ver con Bezos, Bill Gates o Mark Zuckerberg, los tres multifilántropos que constituyen la punta de lanza del Nuevo Orden Mundial (NOM). Hablamos de financiar la instauración de la ideología de género, el homosexualismo, el feminismo radical, el aborto… Progresismo en estado puro. Zuckerberg, además, se ha convertido, junto a Twitter, en el gran censor universal, en el garante de lo políticamente correcto.

Musk, por el contrario, se mantiene al margen. A él le tiran más las aventuras espaciales y los coches eléctricos. Donde sí coincide con los anteriores es en el cambio climático, hecho que le llevó a romper con Trump -aceptó formar parte de sus consejos consultivos- tras la salida de EEUU del Acuerdo de París.

“Estoy en algún lugar del medio, progresista en lo social y conservador en lo fiscal”, ha señalado en alguna ocasión.