La queja más repetida desde hace décadas acerca de la Justicia española es que es lenta, desesperadamente lenta. Pero tranquilos, porque si hay alguien que puede solucionarlo es Fernando Andreu, el juez de la Audiencia Nacional al que ha llamado la ministra del ramo, Dolores Delgado, para que se ocupe de la Secretaría de Estado.

Para hacerlo, Delgado se ha fijado, sin duda, en la cualidad más sobresaliente del magistrado: su premura para sacar adelante los casos asignados. Un ejemplo indiscutible: la salida a Bolsa de Bankia, que comenzó a instruir en 2012, tras la querella de UPyD (¿recuerdan?) contra 35 directivos y consejeros de la entidad, y cuyo juicio oral se iniciará el próximo noviembre, solo seis años después. Efectivamente, Andreu es el indicado para dar un empuje a la Justicia española.

Ahora bien, sus capacidades van mucho más allá. En estos últimos años, Andreu ha logrado dos cosas: que los españoles piensen que invertir en Bolsa implica ganar siempre y que estén convencidos -los mismos españoles- de que la mayoría de los inspectores del Banco de España son medio lelos. Los únicos que tenían razón respecto a la OPV de Bankia eran Antonio Busquets y Víctor Sánchez Nogueras. En definitiva, puso en solfa a toda la inspección bancaria y, por ende, a todo el sistema financiero de nuestro país.

Mientras tanto, la ministra Delgado ansía la vuelta al redil del exjuez Baltasar Garzón, inhabilitado por el Tribunal Supremo en 2012 durante once años. Curioso que Garzón pueda volver a ser juez en 2023 -o incluso antes- mientras a Fernando Ferrín Calamita se le haya negado esa posibilidad de por vida, después de cumplir la condena de 10 años de inhabilitación.

Por cierto, Andreu también tiene entre manos el caso Popular. Tal vez su marcha con Delgado sea la mejor noticia para los afectados.

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