El Tesoro Público ha colocado este jueves 3.866,56 millones de euros en deuda. El objetivo mínimo de colocación ascendía a 3.250 millones y el máximo a 4.750 millones. Al final, la demanda ha alcanzado los 6.756,93 millones.

En concreto, el organismo ha vendido 400 millones en bonos a 5 años indexados a la inflación, con un tipo marginal del -1,024, más negativo que la referencia del -0,723% registrada en la subasta del pasado 4 de octubre de 2018. Sí, estamos en tipos negativos, que es una contradicción en sus propios términos... pero muy real.

Asimismo, ha colocado 480 millones en obligaciones del Estado con una vida residual de 6,10 años, con un tipo de interés marginal del 0,087%.

Igualmente, ha vendido 1.504 millones con las obligaciones a 10 años, con un interés marginal del 0,285%, su menor cifra histórica y por debajo del 0,629% de la emisión del pasado 12 de junio.

Por último, el organismo ha captado otros 1.482 millones, con las obligaciones a 30 años, con las que ha reducido el interés hasta el 1,187%, desde el 2,130% registrado en la subasta anterior.

El contexto de la subasta de deuda de hoy ha sido la propuesta de nombramiento de Christine Lagarde como presidenta del BCE, que eternizará la política de tipos bajos, y provocará lo que San Juan Pablo II denunciaba como 'financierización' de la economía. Es decir, un capitalismo que se preocupa de los mercados financieros, especulativos, más que de la economía real.

Naturalmente, el espíritu Draghi-Lagarde, la era del dinero fácil, agrada, no a los bancos, que tienen que malvivir sin margen, sino a los mercados financieros, tanto de renta fija como de renta variable. Es decir, a los especuladores. Y agrada, sobre todo, a los políticos irresponsables, que sobreviven en el poder, día a día, emitiendo deuda... que pagará el político que venga detrás. Mejor, la próxima generación de contribuyentes.