Los hechos son muy simples: Steve Dymond, de 63 años de edad se suicidó. Había acudido al “Jeremy Kyle Show” programa de ‘telerrealidad’ de la ITV, es decir, de la TV británica privada británica para demostrar que era fiel a su esposa. Ante los espectadores se sometió a una máquina que dictaminó –la máquina y el programa de Jeremy- que mentía. Su mujer se separó de él y él se suicidó.

En España, el exponente más claro es Telecinco y Cuatro, pero también Antena 3 y La Sexta colaboran

Su caso ha puesto sobre el tapete las décadas de telebasura –también llamada telemierda- que han asolado Europa, también España, bajo la fórmula de que todo lo privado debe convertirse en público. La TV tiene el curioso efecto de transformar la intimidad en espectáculo, con el doble efecto de pervertir a los protagonistas que venden su privacidad y entontecer al público que contempla la intimidad ajena.

Sin embargo, la clase política española no reacciona. Necesita al Duopolio para ganar las elecciones

La telebasura constituye, en verdad, uno de los principales problemas de Occidente. En España, el exponente más claro es Telecinco y Cuatro, pero también Antena 3 y La Sexta colaboran. Sin embargo, la clase política española no reacciona mientras continúa enponzolando la realidad con la manipulación de la pública RTVE y de las públicas autonómicas. Los políticos necesitan al Duopolio para ganar las elecciones y callan ante los programas de telerrealidad, que tienen mucho de tele y poco de realidad. El efecto secundario de convertir todo en espectáculo es que lo que se ofrece al espectador no es la verdad, sino una verdad sobreactuada, marginal y ligeramente majadera.

¿Cambiará las cosas el suicidio de Steve? Me temo que no. Será una víctima, muy real, de la telemierda. En una semana le habremos olvidado. A fin de cuentas, era el eslabón más débil.