José Tomas volvió a triunfar en la Plaza de Granada. No admite que se televisen sus corridas y prefiere mantenerse en el pasado, cuando para ver los toros había que acudir a la plaza.

¿Y por qué resulta distinto José Tomas a todo y todos los demás? Pues, porque se está quieto. Llevamos un cuarto de siglo con alabanzas malsanas a diestros contorsionistas que esconden su miedo a la fiera con sorprendentes adornos mas propios del circo que de la lidia.

Y al quedarse quieto, ¿no se juega la vida? Claro, es que esa es la emoción de la Fiesta: que un hombre se juega la vida con un trozo de trapo ante una fiera. José Tomás lo hace.

El ministro Ábalos debería hacer como José Tomás: estarse quieto. Sobre todo, la lengua

Pero el PSOE volverá a las andadas en cuanto Pedro Sánchez logre ser investido: prohibirá los toros. Nada personal, es repugnancia ideológica. Como la de José Luis Ábalosquien acudió a ver a José Tomás y es hijo de novillero, quien asegura que la fiesta no es cutre pero el público que acude a ella es “casposo”. Claro que no se refería al público taurino sino sólo a la ultraderecha (¿…?).

¿Qué debería hacer Ábalos? Lo mismo que José Tomás: estarse quieto. Sobre todo, la lengua.  

A lo mejor así, el PSOE deja en paz al mundo del toro. 

Porque no es que el PSOE esté en desacuerdo con la fiesta nacional: es que en la ideología de cómic propia del sanchismo la gente que acude a los toros es casposa, condición que se supone es lo contrario al progresismo

¿Por qué? Porque sí, porque Pedro Sánchez vive en el mundo de gominola y porque vivimos en la ideología-cómic del PSOE.