El magnate mexicano Carlos Slim, accionista de control de FCC y Realia, presentará la “visión estratégica” del grupo el último día de julio, el 31, cuatro años después de su desembarco en España. Durante este periodo ha salvado en primer término al grupo, acosado en 2014 por los bancos acreedores, y ha inyectado los 1.700 millones a los que se ha limitado su inversión.

Más allá de la estrategia del grupo, sin embargo, está el troceo y venta, que ya ha iniciado con Aqualia, manteniendo Realia, la inmobiliaria por la que nunca ha disimulado su interés (es su negocio) y en la que desplegó toda su influencia para evitar la venta. En el entretanto, Slim ha hecho también un buen negocio y ya es posible empezar con su plan porque las cifras cuadran.

Si vende, gana, a pesar de los pesares en FCC Construcción, cuya cartera de negocio se han derrumbado de 6.213 a 4.300 millones desde 2014. Slim compró a un precio medio de 7,6 euros por acción, que ahora cotiza a casi 10,7. Dicho de otro modo: su inversión se ha revalorizado en 680 millones de euros.

El problema: los australianos de IFM ven demasiado apalancamiento cruzado entre lo bueno (agua y basuras) y lo malo (construcción)

El día 31 comparecerá personalmente Slim, rodeado del consejero delegado, Pablo Colio, y de la presidenta, Esther Alcocer Koplowitz, sin mando en el control que mantuvo a Esther Koplowitz y arrebató Slim en 2016.

El balance, cuatro años después, se salda con un 81% en FCC (incluido el 20% de Esther Koplowitz tras la compra de su deuda a los bancos), el 78% de Cementos Portland, dentro del grupo y bajo el mando de uno de los hombres de confianza del mexicano, Gerardo Kuri Kaufmann, y el 71% de la inmobiliaria Realia, la ex filial cuya venta a Soros frenó y hoy fuera del grupo.

Los otros dos hombres de confianza de Slim han sido Carlos Jarque, reemplazado por Colio tras su enfrentamiento con Kuri, y Miguel Martínez Parra, el director financiero de FCC.

Slim ha hecho un buen negocio en España después de salvar el grupo FCC

Pero todo está en venta salvo Realia, mientras el grupo ha vuelto a beneficios, dejando atrás los años en rojo, mientras sigue pendiente la otra gran decisión: el regreso también al dividendo, ausente desde hace ya cinco años. Es un as en la manga de Slim. Este año, no ¿el siguiente?

El troceo está en las tres grandes divisiones (Aqualia, Medio Ambiente y Construcción), con la cementera Portland, que también mima Slim, y la venta ha comenzado con Aqualia, la joya de la corona, la división más rentable de las tres, con la compra del 49% por el fondo australiano IFM.

Esa venta, por 1.024 millones, se ha convertido también en un problema para Slim por los recelos de IFM (candidato a comprar el 51% restante). Tiene una explicación: el apalancamiento cruzado excesivo entre las buenas unidades (los negocios de las divisiones de agua y basuras) y la mala (construcción). No olviden que Aqualia sirvió como garantía a la emisión de 1.320 millones para adelgazar la deuda del grupo (ahora, en 3.780,9 millones).