Tenemos que luchar contra ese nacionalismo que avanza, que trata de destruir el proyecto común de Europa… Europa es un proyecto de la libertad. Sabéis que yo también viví en una dictadura, no podía viajar y venir a la antigua Yugoslavia”.

Con esas dos ideas, la canciller alemana Angela Merkel finiquitó ayer, en Zagreb, la democracia cristiana, que es la idea e ideología que forjaron el proyecto europeo de la mano del franco-alemán Robert Schuman.

Para el fundador de Europa, Robert Schuman, el librecambio era el comienzo del proyecto europeo; para Merkel es el objetivo final

Fue durante un discurso para las europeas en la capital croata –Zagreb- en un mitin del Partido Popular Europeo (PPE), la antigua democracia cristiana paneuropea, que mutó el hombre para quitarse de encima el vergonzante apellido ‘cristiano’.

Allí, Merkel cumplió la profecía de Clive Lewis: correr con manguera a las inundaciones y con barcazas a los incendios. En vísperas de las elecciones europeas del domingo 26, es decir, justo en el momento en que renace el neocomunismo –el viejo leninismo, convertido al sistema democrático- en forma de populismo de izquierdas (en España, Podemos) Merkel se escandaliza ante el espantajo de los populismos de derechas, aún no integrados en la Unión Europea –el neocom, es decir, neocomunismo lleva ya mucho tiempo- y donde hay que distinguir entre la derecha pagana alemana, o francesa (Alternativa por Alemania o el Frente Nacional francés) con el surgimiento de movimientos como Vox, que intentan –con muchos fallos- una recuperación de los principios cristianos… que forjaron Europa.

Además, según Merkel son los nacionalismos los que pueden destruir el proyecto europeo. Como todos los eurócratas, ni tan siquiera se plantea si la UE que ella ha dirigido como una extensión de Alemania, a mayor gloria de Alemania, tiene alguna culpa en el surgimiento de movimientos de extrema derecha en Europa, en los nacionalismos y populismos que critica.

La canciller alemana no comprende que Europa será cristiana o no será

En definitiva, para Merkel el librecambismo, que para Schuman era sólo el inicio del proyecto europeo hacia la Europa recristianizada, se convierte en el objetivo final: si hay librecambio, habrá Europa. Pues no, señora Merkel: Europa será cristiana o no será. Schuman empezó por el librecambismo para forjar una Europa cristiana. Sólo era un medio: no el fin. Usted confunde los medios con los fines y, de paso, confunde al enemigo: que no son los llamados nacionalismos, sino el neocomunismo progre, alentado por una socialdemocracia  (la otra ideología de la Europa surgida de la Segunda Guerra Mundial) que se ha declarado cristófoba (eso es Pedro Sánchez, por ejemplo) y que quiere socavar las raíces cristianas de Europa.

Así, Angela Merkel ha dinamitado la democracia cristiana europea y permitido que la socialdemocracia progre y neocom (neocomunista) termine con la Europa cristiana, con la UE… y con la libertad en Europa. La amenaza de un regreso –y esta vez por propia voluntad- a la Europa del telón de acero en la que Merkel creció, eso sí, ahora regreso de porte neocomunista, con la legitimación de las urnas, es algo más que una posibilidad remota.