Hablábamos ayer del aumento de las comisiones que preparan los bancos a partir de 2020. Con los tipos en negativo y una regulación asfixiante, prestar dinero ya no es negocio: es necesario encontrar nuevos ingresos recurrentes para aumentar la rentabilidad y atraer a los inversores.

Porque esa es una de las principales preocupaciones -si no la principal- de los bancos: hacer crecer la rentabilidad, esto es, el beneficio por acción (BPA).

El historial de las entidades del Ibex es como para salir huyendo. Ninguno de los seis bancos ha logrado salir más o menos airoso desde el año 2007. Ni siquiera Santander y BBVA, los dos con una mayor internacionalización, han conseguido, si quiera, mantener el BPA durante la década 2007-2017. El del primero cayó un 67% y el del segundo, un 58%, tal y como se observa en el gráfico elaborado a partir de los datos de la AEB y la CECA.

BPA

Los accionistas más castigados, sin contar los del Popular, son los de Bankia, cuyo BPA ha sido negativo durante el periodo 2013-2017. Después están los accionistas del Sabadell: su BPA disminuyó un 78% durante la década mencionada. En el otro extremo encontramos a Bankinter. Los accionistas del banco que dirige María Dolores Dancausa son los menos perjudicados, aunque tampoco están como para hacer fiesta: su BPA en 2017 fue un 46% inferior al de 2007. Un porcentaje muy parecido al del BPA de Caixabank: cayó un 50%.

Sí, el negocio bancario es una ruina, sobre todo para el accionista que invirtió a largo plazo.