HSBC es, más que nada, un banco asiático. Al menos eso es lo que se desprende de las cuentas del primer semestre del ejercicio publicadas este lunes. De los 10.712 millones de dólares de beneficio bruto alcanzado hasta junio, el 87,6% (9.380 millones) corresponde a la región de Asia.

La siguiente región más importante para la entidad que dirige John Flint es Oriente Medio y África del Norte: aporta 836 millones de dólares, el 7,8% del beneficio bruto. Completan el ranking Hispanoamérica (3,2%, con 344 millones de dólares), Europa (1%, con 110 millones) y Norte América, que únicamente aporta 42 millones, el 0,4% del beneficio. Una caída estrepitosa: en diciembre de 2017 era la tercera región más importante para el grupo al que aportó 648 millones, el 9,4% del beneficio.

Los tipos de cambio en el mercado de divisas también han jugado un papel importante al permitir un alza en los ingresos del 5,4%, hasta los 26.880 millones de dólares (23.270 millones de euros).

Al final, y tras unos gastos operativos que aumentaron un 6,7% (17.549 millones de dólares, 15.190 millones de euros), el grupo se ha apuntado un beneficio neto de 8.416 millones de dólares (7.284 millones de euros), un 4,5% superior al de junio de 2017, gracias, sobre todo, a unos tipos de interés favorables y, según el banco, al aumento de los depósitos en Asia y Reino Unido.

Sea como fuere, los resultados no han convencido del todo al mercado: a media sesión, los títulos del banco caen un 0,5%.

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