• Es decir, quiere cargarse las cajas de ahorros, su naturaleza jurídica, su significado, su espíritu mutual y su dividendo social.
  • Aquí todo banco tiene que cotizar en bolsa. Así, muchas entidades están llamadas a desaparecer.
  • Y el crédito, a concentrarse en un oligopolio bancario.
Hay que cargarse a las cajas de ahorros a cualquier precio. Ese fue el lema del PSOE de Zapatero y también ha sido el principal objetivo del PP de Rajoy. Sí, aunque parezca difícil de creer, ambos partidos han coincidido en postura. En concreto, el Gobierno quiere que las cajas de ahorros tengan el 10% o menos del capital de los bancos. Conviene recordar que la ley de cajas de ahorros y fundaciones bancarias, que impulsó el ministro de Economía, Luis de Guindos (en la imagen), obligaba a las cajas a montar bancos y a ser sus propietarios bajo la denominación de fundación bancaria. En definitiva, el objetivo era cargarse las cajas de ahorros, su naturaleza jurídica, su significado, su espíritu mutual y su dividendo social. Por ello, a Guindos se le puede ver como el verdugo y a La Caixa, Kutxabank, Unicaja e Ibercaja, como las perjudicadas. Por ejemplo, Isidro Fainé tuvo que montar un banco, Caixabank, del que la antigua La Caixa -actualmente Fundación Bancaria La Caixa- posee el 56% y gestiona la obra social. Además, está el tema de la incompatibilidad de cargos, pues tendrán que elegir entre presidir el banco o la fundación bancaria. Los vascos ya han solucionado la cuestión, pero catalanes, andaluces y aragoneses aún tienen que hacerlo. Pero Guindos parece no estar aún satisfecho con su demolición de las cajas de ahorro, hasta desnaturalizarlas y convertirlas en banco. El pasado viernes, el Consejo de Ministros aprobó el fondo de reserva, que deberán constituir las fundaciones bancarias que tengan una participación igual o superior al 50% en una entidad de crédito o bien tengan el control de la misma. El fondo se establece como mínimo en el 0,6% de los activos ponderados por riesgo y el plazo para su constitución es de cinco años. Una decisión que no es más que otra piedra contra las antiguas cajas de ahorro. Y es que el Gobierno se ha propuesto demolerlas y no da marcha atrás en su empeño. De hecho, su pretensión de que las antiguas cajas (hoy fundaciones bancarias) tengan el 10% o menos del capital de los bancos no es más que un intento para volverlas 'opables', buscando que sea el mercado el que mande. De esta manera, pretenden que todo banco tenga que cotizar en bolsa, por lo que muchas entidades de crédito están llamadas a desaparecer. Mientras, el crédito tenderá a concentrarse en un oligopolio bancario. Cristina Martín cristina@hispanidad.com