El reflejo de Vox y de todo lo que ocurre en la derecha española se entiende –y se vivió- en Navarra, el pasado 26M, donde coincidieron elecciones europeas, forales y municipales. La formación de Santiago Abacal consiguió que en las elecciones al Parlamento europeo le votaran 14.260 navarros. Sin embargo, en las forales, que acabaron con la versátil María Chivite como presidenta de la Comunidad, tan sólo consiguió algo más de la tercera parte: 4.586. Con los votos europeos, Vox tendría ahora 2 diputados en el Parlamento Foral que podrían haber resultado decisivos para evitar el gobierno frentepopulista (socialistas, comunistas y separatistas) que gobierna (sí, gobierna de hecho, aunque lo niegue) en Navarra ahora mismo.

Antes de fagocitar a Vox, Pablo Casado tiene que volver a los principios de la derecha española: tradicionalismo político y liberalismo económico

El asunto está claro: los navarros tradicionalista votaron con el corazón para Europa y con la cartera para Navarra. En Europa votaron a sus principios y en Navarra se aferraron a una Navarra no integrada en Vascongadas. Y, por cierto, les salió mal.

En el conjunto d España ocurre algo similar. Abascal debe elegir su prioridad: unos votan cristianismo, otros votan unidad de España. Los segundos pueden ser más pero sin los primeros acabarán… en el PP. Por decirlo en un tono inexacto, escasamente riguroso, por muy comprensible: Abascal debe elegir –o al menos conjugar- el voto carca con el voto fachas. Por lo de siempre: la unidad de España es un hermoso principio… siempre que se pregunte lo siguiente: ¿unidad en torno a qué? Y la respuesta no puede ser otra que unidad ante lo que representa el origen de España: la fe en Cristo.

Díaz Ayuso se atrevió a romper el tópico: la Ley de memoria histórica no es más que venganza ahistórica

Y el colofón: cuando España estaba pendiente de la evangelización de América no tenía problema de separatismo interno. Cuando, en épocas de decadencia como la actual, España se mira en el ombligo es que cuando surgen todo tipo de separatismo e independentismos.

Vamos con el PP. Antes de fagocitar a Vox, exigiendo que no se presente en aquellas circunscripciones donde consiguió votos pero no cargos, reduciendo así a Vox a n complemento ideológico de aquellas asilla que el PP abandonó pro hacerse el moderno, Pablo Casado tiene que volver a los principios de la derecha española: tradicionalismo político y liberalismo económico. Porque la pérdida de esos principios y el complejo ‘marianista’ ante lo progre, es lo que ha llevado al PP a la tierra de nadie: un partido al que ya no se vota salvo por miedo a algo peor.

Lo más curioso del mapa político español es que sólo se percibe un partido de programa económico liberal: el presunto ultraderechista Vox

La madrileña, pepera, Isabel Díaz Ayuso se atrevió a romper el tópico el paso miércoles: aseguró que la Ley de Memoria Histórica no es más que una venganza histórica de los perdedores de la guerra civil, que ahora pretenden convertirse en vencidos… con el cadáver de un personaje fallecido hace más de 42 años. Y lo más curioso es Ignacio Aguado (como su mismo nombre indica, de carácter más bien acuoso) le secundó.

Ahora, Casado está obligado a mover ficha, no para defender a Franco sino para defender los rprincipios cristianos y la verdad histórica sobre la II República y la Guerra Civil.

El desenterramiento del cadáver de Franco no es más que eso: la cristofobia, verdadera fuerza motriz de Pedro Sánchez. Y la Ley de Memoria Histórica no es justicia con los vencidos sino venganza contra los vencedores.

Y a todo esto, ante el 10-N, lo más curioso del mapa político español es que sólo se percibe un partido de programa económico liberal: Vox. Lo de Ciudadanos y lo del PP no deja de ser socialdemocracia y el pecado de la socialdemocracia consiste en que no premia sino que persigue, el esfuerzo individual.